En el templo San Francisco de Asís se llevó a cabo la misa de ordenación sacerdotal de Nicolás Alfaro Varas OFM.
A Nicolás, el cardenal Ezzati lo llamó a servir al Señor en el hambriento, en el preso, en el migrante, en el abusado.
Provenientes de Combarbalá, Temuco y de distintas partes de Santiago, familiares y amigos de Nicolás llegaron la noche del viernes 25 de mayo hasta el templo para asistir a la misa de ordenación. Con alegría y gozo fieles y religiosos franciscanos celebraron este regalo de Dios como signo de esperanza.
El cardenal Ricardo Ezzati en su homilía, agradeció a Dios por el «don de la vida cristiana y la vocación bautismal, franciscana y sacerdotal que el Señor hizo brotar en Nicolás».
Refiriéndose a la palabra proclamada, monseñor Ezzati dijo, «manifiesta el clima espiritual por el cual nuestro hermano recibe el presbiteriado», clima marcado por el asombro, humildad y la fe, dijo el Pastor.
«No dejes nunca de vivir con el corazón agradecido el asombro de la llamada que el Señor te hizo y con humilde disponibilidad hazte servidor del Señor en el hambriento, en el preso en el migrante en el abusado. En la orden franciscana (Nicolás) encontró el camino para seguir a Jesús, para marlo, testimoniarlo y anunciarlo».
Luego de la homilía fue el momento de diálogo entre obispo y el elegido al presbiterio en el que este manifestó la voluntad a recibir el ministerio sacerdotal, tras lo cual todos elevaron la súplica a los santos para su intercesión por su vocación. Monseñor Ezzati impuso sus manos sobre Nicolás y luego de la oración de consagración, familiares presentaron los ornamentos con los que el nuevo sacerdote fue revestido.
Tras recibir el aplauso cariñoso de familiares, hermanos y de todos los presentes, Fr. Nicolás compartió algunas palabras de agradecimiento. «Quiero llevar mi gratitud al buen Dios porque me ha llamado a estar con Él, me ha permitido seguirlo en la iglesia en esta familia carismática de San Francisco de Asís».
El nuevo sacerdote franciscano agradeció a su familia «que desde la vivencia sencilla y profunda de la fe me permitió conocer al Señor y crecer como persona». También tuvo palabras de gratitud a los hermanos franciscanos, quienes han sido «un regalo de Dios en mi vida».
En su mensaje también reconoció la difícil situación que atraviesa la Iglesia, frente a lo cual señaló, «este es el tiempo de Dios, de volver a la raíz para dar fruto nuevo y abundante. Hoy no es tiempo de ser espectadores y mirar desde la vereda del frente lo que pasa en medio de nuestra familia, hoy es tiempo de ser la iglesia que sufre, un pueblo de Dios, pecadores perdonados».