
Algunas notas de reflexión en el dia del Patrimonio Cultural
El contexto socio-cultural actual da cuenta de un especial tiempo de búsquedas y de buscadores incansables de amor, belleza y verdad. El camino de la belleza, “la via pulchritudine”, en especial, se ha vuelto un camino expedito para muchos que, a partir de la experiencia simple y directa del encuentro con lo bello, que suscita admiración y gratitud, pueden encaminarse en la búsqueda de Dios y disponer el corazón y la mente al encuentro con Cristo, Belleza de la Santidad Encarnada, para la salvación del mundo (Cf. Consejo Pontificio para la Cultura, 2004).
En la obra de la evangelización franciscana, marcada por el sentido laudativo de la vida, la fascinación por lo simple y pequeño, y la especial valoración de lo bello, como lo testimonió y legó San Francisco de Asís, especialmente en el icónico acontecimiento espiritual de su Cántico a las Creaturas, cuya pieza lírica ya cumple 800 años (1225-2025) y en sus Alabanzas al Dios Altísimo, cuando dice: “Tu eres la belleza”, los frailes descubrimos con lúcida conciencia teologal y discernido empeño pastoral y misionero, que la “via de la belleza”, contemplada en el libro abierto de la creación, en el lenguaje comunicativo y siempre evocativo del arte, y el resplandor luminoso de la santidad fraterna, nos ofrece condiciones de posibilidad cierta para llegar al corazón de la gente y a su anhelo profundo de espiritualidad.
Los franciscanos nos sentimos desafíados hoy a transmitir desde un lenguaje narrativo y simbólico el don hermoso de la fe, a fin que podamos ofrecernos como auténticos puentes comunicantes de sentido, donde los hombres y mujeres del tiempo presente, hijos de la “cultura de la imagen” y de la estética, puedan encaminarse hacia el Misterio inefable de Dios, caminando con total libertad con ellos, acompañando sus búsquedas cargadas de admiración, de asombro y encanto, cuando entran a nuestros templos históricos, a nuestros museos de arte y patrimonio religioso, cuando miran y se admiran de la arquitectónica de nuestros espacios religiosos y litúrgicos, cuando aprecian y contemplan nuestras pinacotecas y espacios orfebrísticos, nuestras bibliotecas y archivos históricos, los cuales hablan de memoria y tradición, nuestos parques y jardines; cuando se sienten a gusto contemplando la pulcritud de nuestros espacios de culto y la preparación llena de armonía y simbolismo de nuestras celebraciones litúrgicas. Estos son espacios epifánicos referenciales de lo Absoluto, que hablan de lo inefable de Dios; son instancias significativas y privilegiadas en donde los hermanos podemos evangelizar y acompañar a quienes desean entrar en el umbral de un silencio contemplativo, donde el asombro se convierte en admiración, embriaguez, gozo indecible (Cf. Juan Pablo II. Carta a los artistas, 1999).
Este día del Patrimonio Cultural, es una excelente ocasión para abrir las puertas de nuestros icónicos lugares y espacios franciscanos para acoger fraternalmente a los buscadores de la belleza, de la bondad y el amor; a todos aquellos que encuentran en el camino del arte y la obra de los artistas “nuevas epifanías de la belleza”, aquella manifestación del Espíritu que crea armonía en el mundo, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo (Cf. Papa Francisco. Evangelii Gaudium, 167).
Fr Luis Alberto Nahuelanca M, OFM.
Secretariado de Evangelización y Misión