
Con larga data como una tradición antigua del sur de Chile, cada 2 de mayo y en vísperas de la Cruz de Mayo, un grupo de fieles sale en procesión con una cruz decorada con flores y velas visitando distintos sectores. En el recorrido, se entonan canciones y se solicita una limosna. La parroquia San Buenaventura de Angol no queda ajena a esta noble práctica en medio de la ciudad y este año, cerca de 50 persoans, hicieron presente el amor de Cristo entre los vecinos.
Por Enrique Astudillo Baeza, periodista
En voz de Patricia Olmedo Menz, ofs, miembro JPIC, y quien pertenece a las fraternidades Sentido Franciscano y Fraternidad Solidaria, señala al comienzo que esta tradición folclórica del sur de Chile y en Angol, ya lleva unos 10 años en el sector parroquial, “y la estamos manteniendo viva en nuestra parroquia”.
En esta oportunidad, las 50 personas que participaron se dividieron en 2 grupos, quienes salieron a recorrer las poblaciones cercanas a la parroquia. “En cada casa nos detenemos y cantamos una canción que invita a donar, una vez aportan se canta una canción de agradecimiento. Y sino donan algunos también cantan una canción de reproche, pero nosotros omitimos esa parte”, precisó Patricia.
Tras el recorrido, los fieles volvieron a la parroquia y se reunieron en torno al fuego. “Agradecemos a Dios y pedimos la bendición por aquellos que generosamente aportaron, cantamos e ingresamos al salón parroquial donde compartimos en fraternidad unas ricas sopaipillas y una candola o navegado o jugos”, recordó.
En esa línea, Patricia Olmedo, resalta también el bello gesto de la limosna. “Antes con lo recaudado las familias hacían un estofado que compartían entre todos los que participaban en la procesión, sin embargo, actualmente lo recaudado se destina a elaboración de canastas familiares”.
Para este año, los festejos por la Cruz de Mayo contaron con el apoyo de varios hermanos que decidieron ser parte de la procesión, los cuales participaron con alegría, cantando, recibiendo los aportes. “Fue un momento de fraternidad, alegría y entrega. Es importante considerar que cada 2 de mayo enfrentamos condiciones climáticas que van desde la lluvia a bajas temperaturas, por lo que es un gran desafío para quienes participan”, enfatizó Patricia.
“Para mí es una gran responsabilidad convocar cada año a revivir esta tradición, pues hay grandes expectativas cada año, que seamos más los participantes, en decorar la cruz o las cruces, en buscar las familias beneficiadas con las cajas de alimentos y en poder generar un espacio para compartir al término de la procesión. Este año fue muy emocionante ver a las familias que participan junto a sus hijos, el ánimo de todos a pesar del frio, la generosidad de las personas en aportar a nuestras canastas, o la alegría con que nos abrían las puertas de sus hogares. Sólo me queda agradecer a Dios por esta hermosa actividad que fue muy bendecida”, agradeció quien también es miembro de JPIC.
Finalmente, Patricia Olmedo, agradeció la participación de los frailes, quienes acompañaron a cada uno de los animados fieles que llevó la cruz, o que cantaron, llevaron un instrumento o simplemente, aportaron. “Espero que el próximo año contemos con más cantantes y nuevamente logremos realizarla con el mismo amor o más que este año”, anheló.