Profunda misión de la Misericordia en Vicariato Apostólico de Aysén

Misas, acompañamiento espiritual, reuniones y sobre todo llevar el Sacramento de la Reconciliación. Esas fueron las principales actividades que los hermanos Juan Rovegno, ofm y Yanko Pajkuric, ofm realizaron durante la última quincena de marzo en la zona austral de nuestro país.

Por Enrique Astudillo Baeza, periodista

La misión, nace tras una solicitud del Obispo Luis Infanti, del Vicariato Apostólico de Aysén, quien solicita, al igual que el año pasado, que la presencia Franciscana pueda llegar hasta el sur austral de nuestro país y acompañar a jóvenes, adultos, adultos mayores y a tantas familias que necesitaban de una palabra de Dios en medio de sus vidas.

Renovación personal

En el caso del Hermano Juan Rovegno, ofm, fueron cerca de 15 días los que pudo vivir plenamente la misión en el sur de nuestro país. Su trabajo pastoral comenzó en Aysén, para luego trasladarse hasta Coyhaique, pasar por Chile Chico y lugares como Mellín y Huadal para finalmente retornar a Santiago. “El sacramento de la Reconciliación es estar al servicio de la gente y de este sacramento. Allí, sus organizadores tenían dispuesta capillas, casas para vivir momentos de oración. También realizamos una liturgia Penitencial con los niños de catequesis, sus padres, sus agentes pastorales. Así que pasamos por todas las capillas”, relató.

Sin duda una de las cosas que más destaca fue la cantidad de gente que diariamente solicitó la Confesión y como también, muchas otras llevaban muchos años sin poder confesarse. “Fue un momento muy grato, donde se pudo vivir la fe por medio del sacramento y ver el amor de Jesús y el amor de Padre que nos reconcilia y nos da una nueva vida y nuevas perspectivas para recomenzar”, destacó el Hermano Juan Rovegno, ofm.

A pesar del intenso frío en la zona austral de nuestro país, esto no fue impedimento para que el Hermano Juan pudiera vivir este desafío que el Señor le ponía por delante. Algo que sin duda y como nos cuenta, fueron días de renovación personal y de una oportunidad clara para evangelizar. “Para mí fue muy gratificante, porque primero uno es instrumento de fe al ver que Dios ha sido y ha tenido una misericordia conmigo enorme y lo menos que podemos hacer es compartirlo con los demás hermanos y animarlos a un encuentro profundo con Jesucristo en la penitencia. Es increíble ver como la palabra de Dios inspira y la propia experiencia personal de sentir que Jesús a pesar de nuestras miserias, a uno lo va reconstituyendo, nos va dando oportunidades y al mismo tiempo, ser presente esta experiencia de la relación del padre con su hijo Jesús y de Jesús con sus hermanos de la comunidad creyente”.

Reglón seguido, concluyó muy emocionado que en la misión pudo hablar de Fray Andresito, del cual es Vicepostulador de su causa. “Además, tuve la oportunidad de hacer presente a Fray Andresito, ya que llevamos mucho material y pudimos hablar en la radio, en los hogares, nos pedían estampitas y mucha gente que es lo más curioso, lo conocía. También pudimos ser testigo de un milagro de Fray Andresito en una familia por medio de su hija”, cerró el Hermano Juan.

Testimoniar a Dios en medio del dolor

En el caso del Hermano Yanko Pajkuric, ofm, quien lleva seis años en Castro, una de las cosas más llamativas que vio fue la disposición de la gente de acogerlos para recibir el Sacramento de la Reconciliación. “La gente se sentía necesitada de Dios, necesitada de dar este paso de la reconciliación, y la gente respondió con momentos de oración muy profundos y con mucha disposición de tiempo. Luego de la Confesión, sus rostros se veían reconciliados con Dios”, recordó.

Para el Hermano Yanko, los principales dolores que observó estuvieron en la realidad que se vive en el día a día. “Es una zona donde hay mucha droga y alcohol entre las personas. La gente reconoce que, para llegar a esas adicciones, la causa ha sido la soledad. Hay muchas personas solas allá. Mucho adulto mayor que vive en soledad, porque de cierta manera, son lugares de paso laboralmente. La gente joven o el adulto trabaja y se va. Sin embargo, ancianos quedan muy solos allí”.

Al respecto, agregó que este tiempo en esta zona tan austral de Chile, con frío, con dificultades geográficas, también le sirvió para poder mirar cómo se está viviendo el apostolado. “No fue difícil el día a día. Lo que sí, hubo mucho cansancio, porque eran muchas personas y bien seguidas las que necesitaban confesarse. Realidades tan distintas y dolorosas, que al final eso cansa de una u otra manera en el buen sentido. Sin embargo, todo este cansancio, te reconforta”, sentenció el Hermano Yanko Pajkuric, ofm.

Es un espacio donde lo humano se junta con lo divino. En lo humano, se ve la realidad de la gente y uno trata de dar lo mejor para que la gente aprovechando esté importante momento, se sientan atendidos. Son instancias gratuitas de Dios. Es un tiempo para contemplar las otras maravillas que uno no conoce muchas veces”, desglosó.

En esa línea, el Hermano Yanko Pajkuric, ofm, también recordó que la misión es una invitación a contemplar. “A pesar de la lluvia, a pesar del frío, de la desolación, de la soledad que se ve, lo más importante es el tiempo de contemplación. Un tiempo donde debo reconocer, es de una misión fuerte y que uno se ve pobre y necesitado. También es una zona pobre en sacerdotes y ministros. Verdaderamente, es un lugar donde se necesita mucha presencia de acompañar. La invitación más que ir a experimentar por medio de esta misión, es vivenciar con la vocación de hermano menor que llevamos. Sin duda, se necesita mucho de acompañar a estas personas en medio de su soledad”, finalizó.