“CORAZONES FERVIENTES, PIES EN CAMINO”

El mes de octubre, en la conciencia misionera de la Iglesia, constituye un especial y significativo tiempo de avivamiento evangelizador de las comunidades eclesiales, a fin de despertar y hacer resplandecer testimonialmente la palabra salvífica del Evangelio que penetra los corazones, los ilumina y transforma. Para este este año 2023, el Papa Francisco, en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, recurriendo a la inspiración lucana, nos regala el sugerente lema: “Corazones fervientes, pies en camino, tomado del conocido pasaje de los “discípulos de Emaús” (Lc 24, 13-35), en donde dos discípulos viven una profunda trasformación vocacional y existencial.

Teniendo presente como telón de fondo este relato evangélico se nos invita, a partir de tres imágenes muy sugestivas, a profundizar un verdadero itinerario misionero, el cual nos puede ayudar a nosotros, en este tiempo especial del moratorium, a renovar el ardor y el fervor por la evangelización en el mundo actual, como hermanos menores, enviados al mundo entero para que de palabra y de obra hagamos saber a todos que no hay otro poderoso sino El (CtaO9-10). 3 imágenes, 3 movimientos, 3 etapas de un camino evangelizador:

  1. Los corazones que arden cuando Jesús explica las Escrituras, 
  2. Los ojos abiertos al reconocerlo y, como culminación, 
  3. Los pies que se ponen en camino.
  1. Los corazones que arden. En el camino de la misión, la Palabra de Dios ilumina y transforma el corazón. En el relato lucano el Resucitado aparece en la vida de dos discípulos atormentados por la desilusión, el desconcierto y la desesperanza; todo se había derrumbado ante el dramático espectáculo de la cruz. En medio de esa radiografía existencial aparece Jesús como compañero de camino, explicando las Escrituras y encendiendo nuevamente el corazón de aquellos que regresaban a Emaús. En este encuentro ocurre una gran transformación: la vida desanimada de los discípulos se vuelve vida misioneramente ardorosa. “En el camino de Emaús, Jesús resucitado «comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él» (Lc 24,27). Y los corazones de los discípulos se encendieron, tal como después se confiarían el uno al otro: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» (v. 32). Jesús, efectivamente, es la Palabra viviente, la única que puede abrasar, iluminar y trasformar el corazón” (Mensaje DUM2023 1).
  2. Los ojos abiertos. Ojos que «se abrieron y lo reconocieron» al partir el pan. Jesús en la Eucaristía es el culmen y la fuente de la misión. Estos discípulos alcanzados en el camino por este desconocido y misterioso peregrino, que les hizo arder el corazón mientras les habla y explica las Escrituras, es Aquel que en la mesa compartida de la “cena de Emaús”, toma el pan, lo bendice, lo parte y se los da. Este es el instante en que lo reconocen: “Cristo resucitado es Aquel que parte el pan y al mismo tiempo es el Pan partido para nosotros. Y, por eso, cada discípulo misionero está llamado a ser, como Jesús y en Él, gracias a la acción del Espíritu Santo, aquel que parte el pan y aquel que es pan partido para el mundo” (Mensaje DUM2023 2). Sin vida eucarística no hay vida misionera, no hay impulso para retomar sin demora el camino y comunicar gozosamente a otros la experiencia única del encuentro con el Resucitado. Una fraternidad auténticamente eucarística es una fraternidad decididamente misionera.
  3. Los pies que se ponen en camino. Con la alegría de anunciar a Cristo Resucitado. La eterna juventud de una Iglesia siempre en salida. En la posada de Emaús hubo una experiencia inaudita, única y determinante: se abrieron los ojos y reconocieron a Jesús «al partir el pan»; los discípulos, sin demora, «se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén» (Lc 24,33). Todo se ha transformado; ya no caminan con el paso lento y desanimado, ni con el semblante triste y desesperanzado. Vuelven a Jerusalén con la vida reencantada, con pasos ligeros y entusiasmados, con la alegría de ser portadores de una gran buena noticia. “Llevan su fuego en el corazón y su luz en la mirada”. Los peregrinos de Emaús vuelven a testimoniar la vida que no muere más, incluso en las situaciones más difíciles y en los momentos más oscuros” (Mensaje DUM2023, 3).

Acojamos con entusiasmo y renovada disponibilidad la invitación del papa Francisco para este tiempo de gracia misionera: “Pongámonos de nuevo en camino también nosotros, iluminados por el encuentro con el Resucitado y animados por su Espíritu. Salgamos con los corazones fervientes, los ojos abiertos, los pies en camino, para encender otros corazones con la Palabra de Dios, abrir los ojos de otros a Jesús Eucaristía, e invitar a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad” (Mensaje DUM 2023). Que en la vida de nuestras fraternidades locales sea una nueva oportunidad para conversar, discernir y decidir nuevos caminos misioneros para testimoniar y anunciar la perenne novedad del Evangelio de la Paz. Es también un tiempo para preguntarnos son sentido de realidad: ¿Dónde estamos? ¿Vamos hacia Emaús o caminamos a Jerusalén?

Hno. Luis Alberto Nahuelanca, ofm, miembro de la Secretaría Provincial para las Misiones y la Evangelización.