El viernes 11 de agosto, el Monasterio Santa María de Los Ángeles, celebró la solemnidad de Santa Clara con una eucaristía presidida por el Obispo de Los Ángeles, monseñor Felipe Bacarreza; junto al nuevo Obispo de Calama, padre Tomás Carrasco y concelebrada por sacerdotes de la Diócesis.
Por Enrique Astudillo Baeza, periodista
De la celebración, participó, además toda la comunidad de Frailes Capuchinos de Los Ángeles, Frailes Menores de Parral y Concepción, así como también, amigos, bienhechores y la Familia Franciscana.
Aferrados a Dios en todo momento
En primer lugar, monseñor Felipe Bacarreza destacó la gran labor de Santa Clara. “Su gran virtud fue conservar, entender y seguir el carisma de San Francisco y lo hizo con muchas dificultades, porque no se entendía, no se entendía que pudiera haber un monasterio que funcionará solo con la providencia de Dios. Ella entendió quién era San Francisco y qué es lo que había recibido como un don de Dios, por eso la importancia de Santa Clara”, precisó.
A la luz de las palabras proclamadas, el Obispo de Los Ángeles, también recordó la importancia de anhelar la fidelidad con Dios en medio de las adversidades. “La unión con Cristo tiene que ser una unión espiritual corresponsal, especialmente en este tiempo donde para mucha gente no existe y no sirve Dios. A pesar de ello, nuestra unión tiene que ser fiel, insoluble, fecunda. Esa es la imagen que el señor usa para estrechar la relación con nosotros”, exhortó.
Al final de su homilía, monseñor Bacarreza, invitó a los presentes y a las Hermanas Clarisas de Los Ángeles, a reflexionar sobre cómo llevamos la relación con Dios en el día a día. “Lo único que va a permanecer es lo que hayamos hecho unidos a Cristo, lo demás es nada. Es muy triste que una persona se encuentre al final de sus días y diga que Dios y su vida no significó nada. Sin Dios, todo lo que hacemos es igual a nada. Por eso la pregunta válida es que hacemos para permanecer con Dios y encontrar la gloria infinita que permanece para siempre, porque estamos llamados a producir frutos de vida eterna”, concluyó el obispo.
Amor a Cristo pobre y crucificado
Como parte de las celebraciones por la Solemnidad de Santa Clara, tres hermanas del Monasterio Santa María de Los Ángeles, dan su testimonio de vida y religiosidad.
Hermana María Amada. “Clara recibe la llamada de Dios y es una mujer que comienza su búsqueda de ver lo qué Dios quiere con ella. Clara es una mujer que guiada por el espíritu y rompiendo los esquemas de su tiempo, decide seguir a Jesús pobre y crucificado y se embarca en una aventura evangélica que no existía, guiada por el Evangelio”.
María Visitación. “Clara compartía los mismos ideales que Francisco, pero Dios la condujo a un camino distinto, único, y conociendo lo que Dios quería para ella, y sus hermanas, luchó con valentía y humildad para que las autoridades de la Iglesia le permitieran vivir sin problemas. Con una mirada aguda y adelantada para su tiempo, supo conducir a sus hermanas en la vivencia del Evangelio, dando espacio a cada una en la toma de decisiones en la vida diaria y siendo ejemplo y espejo para ellas”.
Hermana de Los Ángeles. “Nosotras estamos llamadas a este don tan grande por el Padre de la misericordia. Continuamos este itinerario en el seguimiento de Cristo abrazándolo pobre y crucificado, en medio de nuestra relación con Dios, con las hermanas y con uno mismo, y es en la eucaristía- que es el centro de nuestra jornada- donde se produce la relación más íntima con Dios, todo esto está motivado por el amor de Jesucristo en el diario vivir. Este amor debe verse renovado día a día, mirando siempre a nuestra madre Santa Clara”.