
Con una eucaristía presidida por Fray Carlos Paz, ofm, Ministro Provincial de la Orden Franciscana, las Hermanas Clarisas del Monasterio de Nuestra Señora de la Victoria en La Florida, recordaron el inmenso legado carismático y evangelizador de Santa Clara de Asís para el mundo.
“Movida por el espíritu e iluminada por la predicación de Francisco, dejó todo para seguir a Jesús. Su sensibilidad representa el más digno signo de una mujer valiente y coherente, creativa y no fácil de doblegar. El eje central de la espiritualidad de Clara es el seguimiento de Jesús pobre y humilde”. Con esas palabras de Fray Gerardo Flores, ofm, comenzó la eucaristía desde el Monasterio Nuestra Señora de la Victoria. Es que el cariño y devoción por la santa, se vio reflejado con la presencia de laicos, laicas, religiosos y religiosas que llegaron al templo de la comuna de La Florida.
Volviendo a la eucaristía, en su homilía Fray Carlos Paz, ofm, detalló algunas cualidades de Santa Clara como una joven que con su palabra y sobre todo con su vida, expresó su amor a Dios y a la vocación. A la luz de ello, recordó las palabras de Fray Massimo Fusarelli, ofm, Ministro General de la Orden, cuando estuvo en el monasterio y donde agradeció al Señor el don de la vocación de las Hermanas Clarisas del mundo y de Santa Clara. “Esta fiesta de Santa Clara está marcada también por la pandemia y también marcada por la guerra. También está marcada por otros conflictos en nuestro país, en los vecinos, en el cono sur, en América y en el mundo. Profundos conflictos sociales, económicos, relacionales. Conflictos de credibilidad y son realidades que nos tocan y que indican el contexto de esta fiesta”, comenzó.
“Una vez más emerge esta pregunta fundamental de cuál es el centro de nuestra vocación y cómo nuestra vocación puede dar luz y esperanza a estos tiempos difíciles marcados por estas realidades dolorosas”, agregó, para luego retomar nuevamente algunas citas de Fray Massimo. “La clave está en cuidar, ya que significa vivir el don que se ha recibido con vigilancia y con atención, ayudando a crecer a este don por el bien personal por el bien de la iglesia y por el bien de la humanidad”, precisó.
Respecto del don de la vocación, Fray Carlos, añadió que, a través de una vida de misericordia y alegría se alcanza esto. “La vocación para Clara es expresión de una iluminación del corazón por parte de Dios. Justamente la vocación se acoge y se responderá desde la experiencia de que hay una iluminación, que se ha encendido algo en nosotros, y a la vez se inspira a abrazarla. Éste don necesita un cuidado constante”, siempre en semblanza a las palabras de Fray Massimo Fusarelli, ofm.
“Yo me permito agregar a esto, de lo que implica cuidar el don de la vocación. Cuidar significa buscar incansablemente un deseo renovado día a día. Cuidar significa ilusión. Cuidar significa asombro ante el llamado. Significa apertura desde lo más profundo. Cuidar significa salir de la amargura, salir de la desilusión, salir de la frustración amarga y amargante. Cuidar significa la actitud agradecida y esperanzada de comenzar cada día”, exhortó Fray Carlos Paz, ofm, Ministro Provincial de la Orden.
A lo anterior, extendió. “Ustedes viven una realidad muy fuerte y concreta de fraternidad. Comparten todo durante toda la vida y en el mismo lugar. Hay que tener vocación para eso. Ustedes aprenden a conocerse y a llevar en su vida la búsqueda y en ese sentido, cuánto tienen para enseñarnos, pero también para aprender de ustedes mismas y de la experiencia de tantos hermanos y hermanas. Esto requiere prestar mucha atención a la experiencia humana afectiva y espiritual de cada hermana y de cada hermano y de cada persona”.
Finalmente, el Ministro Provincial de la Orden Franciscana en Chile, rogó. “Sean profundamente sensibles, sean profundamente abiertas del cuidado de una a la otra. Para mí cada vez más la santidad es sinónimo de humanidad, y no puede haber santidad, si no hay humanidad. Una humanidad agradecida, cuidada, sufrida y gozada. Cuídense hermanas, acompáñense, anímense a creer profundamente que la debilidad es una posibilidad para la transformación. Confiamos en el Padre que siempre fiel”, concluyó.
Tras la eucaristía, los presentes participaron de un compartir fraterno preparado por las hermanas del Monasterio Nuestra Señora de la Victoria de La Florida.