“El amor de Dios es más grande y no se deja vencer”

Con estas palabras el Nuncio Apostólico en Chile, monseñor Alberto Ortega, animó a la comunidad de la Recoleta Franciscana a vivir este tiempo de dolor tras el robo que sufrió el templo el pasado miércoles 9 de febrero, desde donde sustrajeron todos los objetos sagrados que se utilizan para la celebración eucarística, entre otras cosas. La misa de reparación, se desarrolló en el contexto de la pronta beatificación de Fray Andresito de los días 14 de cada mes.

Con todas las medidas sanitarias y aforos dispuestos por las autoridades, se desarrolló la eucaristía al mediodía de este lunes 14 de febrero. El acto de desagravio, estuvo marcado por la aspersión de agua bendita por todos los rincones del templo, la petición de perdón por las injurias cometidas, recogimiento y actitud penitencial.

En su homilía, monseñor Alberto Ortega recordó la importancia que tiene el templo en la vida de un cristiano. “Por eso nos duele profundamente que esta casa de adoración haya sido profanada, que haya habido este robo y no solamente hayan robado tantos objetos valiosos, que son fruto del cariño de tanta gente, sino que nos duele de una manera muy especial, que haya sido también profanado el Santísimo Sacramento. A la luz de la palabra de Dios, aceptemos la invitación de Dios a nuestro corazón y que la Casa de Oración sea siempre respetado y cuidado por todos”, explicó.

Luego, relevó el carisma del amor para vivir de buena manera las adversidades. “El verdadero templo y el verdadero lugar de encuentro con Dios es Jesús, el Dios con nosotros. Es el punto de encuentro de nosotros con Dios, la distancia que el hombre podía imaginar con Dios, ha sido abolida. Dios ha venido a nuestro encuentro, ha mandado a su Hijo, que se ha hecho uno de nosotros. El nuevo templo, el templo verdadero, el templo definitivo y el de encuentro con Dios, es Jesús mismo”, clamó

Por último, destacó a la luz de los lamentables acontecimientos, la fuerza de Fray Andresito para llevar el evangelio día a día. “De Fray Andresito aprendimos a vivir una vida de caridad, respondiendo a la llamada de todos a la santidad. Aprendemos que lo importante es estar cerca del Señor, amarle a Él y amar a los hermanos, y con ese deseo que tenía de que Dios fuera reconocido y amado por todos y ese deseo misionero que llevaba a todo el mundo. Incluso cuando el Señor no es reconocido ni amado, incluso cuando es ultrajado y ofendido como aquí, ofrecemos restauración, reparación y desagravio”, rogó.

Tras las palabras del Nuncio Apostólico, se presentaron el mantel y las flores, como señal de un acto de reparación y renovación litúrgica del templo, que dio paso a la preparación del altar por parte de los Hermanos Franciscanos presentes en la eucaristía.

En último lugar, vino un momento de oración con el copón de las hostias consagradas sobre el altar, las cuales posteriormente, se llevó en procesión hasta el Santísimo y quedaron depositadas.

Ignacio Aldunate, adulto mayor que participó de la misa, se emocionó mucho con todos los signos que de realizaron y pidió a Dios misericordia para quienes cometieron los delitos. “Estamos en tiempos difíciles, donde no hay respeto, pero el Señor tiene el perdón para todos, incluso para aquellos que dañan con tanta maldad un templo. Me da mucha alegría todo vivido hoy”, relató.

“Es bien fuerte todo lo que pasó, pero vemos que aparece la fe y la confianza en Dios para ver que saldremos adelante. Por eso es muy importante que aparezca el perdón y que Dios ayude a esa gente que hizo este daño. Ojalá algún día ellos se den cuenta de todo el daño que causaron y crean en el Señor”, pidió Ana María Díaz.