El Dios de la vida que hace nuevas las cosas vio nacer un nuevo sacerdote Franciscano

Este sábado 4 de septiembre, la Orden Franciscana celebró la ordenación sacerdotal del Hermano Miguel Correa, quien, por imposición de manos del Nuncio Apostólico en Chile, monseñor Alberto Ortega, pasó a formar parte del pueblo presbiteral Franciscano, siempre a la luz y semejanza del Pobre de Asís.

No fue un caminar fácil el del Hermano Miguel Correa para llegar al sacerdocio. El estallido social y la pandemia, fueron en más de alguna ocasión un impedimento para llegar a concretar esta ocasión. Sin embargo, las rápidas aperturas de fases 3 y 4 del Plan Paso a Paso en Santiago, abrieron la ruta para llegar a tan anhelada celebración. Personas en situación de calle, ex reclusos y tanta gente necesitada que vio en Miguel el amor de Cristo, no quiso perderse el paso de Dios en la vida de este hermano.

Es por ello, que desde el anuncio de la ordenación del Hermano Miguel Correa generó altas expectativas en todas las comunidades Franciscanas, no sólo de Santiago, sino que a lo largo de Chile. Así, con un Templo de la Alameda con capacidad completa, de acuerdo a las medidas sanitarias y aforos dispuestos, comenzó el rito, del cual muchas personas de manera presencial y virtual desde sus hogares, pudieron ser testigos de tan magno momento.

Un soplo del cielo

A las 11.00 de la mañana, el Nuncio Apostólico en Chile, monseñor Alberto Ortega y un grupo importante de sacerdotes ingresaban al templo para dar inicio a la ordenación del Hermano Miguel Correa.

En sus palabras, el Nuncio Apostólico en Chile, destacó al Hermano Miguel que el amor de Jesús es lo más importante para llevar este ministerio y que nunca olvide que siempre debe hacerlo junto a la comunidad. Luego, le recordó que el combate de este ministerio ante los avatares del mundo, como las tentaciones o la soledad, sólo se puede llevar en Jesucristo, quien es el único que puede entregar luz y esperanza.

Tras la exhortación de monseñor Alberto Ortega, familiares, amigos y cercanos, también se emocionaban por el momento tan solemne que se llevaba a cabo, quienes veían en este tradicional rito de ordenación, el diálogo que manifiesta la intención de recibir el ministerio del sacerdocio por parte del Hermano Miguel. Posteriormente, los presentes elevaron sus súplicas a los santos, a quienes rogaron por su intersección para que este nuevo sacerdote, rostro en tierra en ese momento, pudiera llevar a adelante su ministerio. Reglón seguido, se procedió a la unción de manos con óleo sagrado, finalizando con la oración de consagración y ver con orgullo, cómo se presentaban los ornamentos para este nuevo presbítero ya revestido.

La comunión fue otro signo importante de la ordenación, pues era la primera como sacerdote, emoción que se podía reflejar en los rostros de cada una las personas que recibieron el Cuerpo de Cristo de manos del ahora nuevo sacerdote.

Gracias por tu fidelidad Señor

Al iniciar sus palabras, el Hermano Miguel, agradeció a Dios por este largo caminar de 11 años de vida consagrada en la Orden de los Hermanos Menores, “quiero decir gracias porque a lo largo de mi vida, he podido descubrir y experimentar que la gracia de Dios me ha sostenido y me ha acompañado para ir madurando en la vida y en la fe. Esta ordenación sacerdotal es lejos de ser la fiesta del ordenando, es la fiesta de la Iglesia y de la Orden que nos recuerda nuevamente que Dios sigue llamando y lo seguirá haciendo las veces que sea necesario, con el único fin de ir descubriendo que su amor y entrega no tiene medida y que nuestra vida tiene como único fin el Reino de Dios”.

“Sin duda, honrar la vida es reconocer cómo Dios nos invita a caminar en libertad y esperanza para ser testigos del resucitado en nuestro tiempo. Hoy con mucha gratitud puedo decir, que Dios me ha formado el corazón en el trabajo, en el servicio, en el acompañamiento a personas en situación de calle, en la pastoral penitenciaria, en el arte y la cultura y en la administración, en el dolor y en la enfermedad. En el límite de la vida, descubrí que solo vivir el hoy permite ver como el Reino es plenitud de vida”, agregó.

Respecto de la pandemia, manifestó que nos ha enseñado la importancia del encuentro de sabernos hermanos y con ello, descubrir la importancia de estar con el otro. “Hoy, luego de mucho tiempo, podemos celebrar en comunidad presencial el encuentro con el Dios de la Vida que nos recuerda que él hace nuevas todas las cosas y nos invita a estar atentos al cuidado de nuestra vida y salud en post de ser verdaderos testigos de Jesucristo”.

En otros momentos de sus palabras, agradeció a su familia, a su madre, padre, tíos, en quienes valoró el enseñarle a vivir la vida, a regalarme la fe y a mirar en la Iglesia, “un proyecto de vida, en donde podría ser feliz. Hoy, con plena certeza, les puedo decir que soy feliz queridos papás. Lo que soy hoy es gracias a ustedes. Muchas gracias por enseñarme a amar, a entregarme y a ser solidario con los más desposeídos”.

Luego, agradeció la presencia de monseñor Alberto Ortega, a Fray Santiago Andrade, Vicario Provincia y a todos las personas y comunidades que lo acompañaron en este importante día. “Por último unas palabras a mi comunidad de origen, mi querida parroquia San Crecente. Solo puedo decir gracias. Ustedes, desde mi primera infancia han sido testigos como Dios fue tomando mi corazón y mi vida en servicio de la evangelización, gracias por siempre orar por mí, gracias por tener siempre las puertas abiertas de esa casa para que este peregrino pueda ir de tanto en tanto a volver al origen de su vocación”.

Por último, rogó: “Recen por nosotros los Hermanos Franciscanos en Chile, recen por nuestra misión en fraternidad para que todos los que nos traten experimenten que es posible hacer vida el Evangelio y el Evangelio vida y recen por mí para que Dios me dé la gracia de seguir siendo hermano menor al servicio del pueblo de Dios”.

Gratitud virtual

Todo culminó con los festejos y abrazos hacia el hermano Miguel por este importante paso del Señor en su vida. Las redes sociales, de manera masiva, también le desearon paz y bien para su nueva etapa.

Edilia Leiva Molina: “Que su vida sacerdotal le regale hermosos frutos al Señor. La Iglesia canta y estamos de Fiesta. Gracias Señor”.

Ramona Maureira Maureira: “Desde Parral mis humildes oraciones y felicitaciones a nuestro hermano Miguel por su ordenación. Paz y bien”. 

Rosa Adriana Oñate Carrasco: “Oremos por Miguel Ángel para que Dios le conceda ser un buen pastor y un santo sacerdote, que congregue al Pueblo de Dios y nos haga presente el Santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo”.

Juanita Márquez: “Hermanas Franciscanas de Angol desean para el Hermano Miguel muchas bendiciones en su vida sacerdotal. Fidelidad y perseverancia en su servicio a la manera de Francisco de Asís. Felicidades”.

Norma Cares: “Paz y bien. Felicidades para el hermano menor capuchino que se dio por enteró al Señor que mejor regalo nos puede dar el Seño. Todos en el cielo están también de fiesta. Gracias Señor por tu amor hacia tus hijos predilectos”.

Su primera misa como sacerdote, se realizó el domingo 5 de septiembre al mediodía en el Templo San Francisco de la Alameda.

 

Revisa la ordenación aquí: https://fb.watch/7SdZ9ULKfb/