Comedor San Antonio: Solidaridad los 365 días del año

A este comedor Franciscano ubicado en Parral la adversidad no los detiene. Ni la pandemia ni la crisis socio-económicas son impedimento para seguir a diario con la ayuda hacia los más necesitados. La fraternidad que acompaña toda la vida pastoral, juega un rol clave para sacar adelante cada uno de los objetivos que se trazan.

Cada vez que se trata de transmitir optimismo, la solidaridad es el motor de juntas de vecinos, laicos, familias y particulares en el Comedor San Antonio de Parral. El trabajo mancomunado de todos ellos, saca lo mejor del cristiano solidario y que ve a Cristo en el más desvalido: “En días de cuarentena, seguimos preocupados por los que menos tienen y se busca la forma de llegar con la ayuda que requieren”, se puede leer en su Facebook.

“Me ha llamado mucho la atención el trabajo de todos juntos acá en el comedor. He visto cómo la ayuda no falta y que en medio de la sencillez que los caracteriza, siempre hay una buena voluntad y mucha hospitalidad. El protagonismo de los laicos es muy importante, debido a que son muy organizados en lo pastoral y en lo litúrgico, además del comedor”, explica el Hermano Julio Campos, el recién asumido párroco de San Francisco de Asís en Parral y que recuerda con mucha emoción la Pascua del Hermano Fernando Terweduwe, pilar fundamental en lo que es hoy el comedor en la zona.  

Para este año, dice el Hermano Julio, las cosas seguirán en la misma línea habitual: “Mucha gente de Parral se involucra para permitir que el comedor incluso funcione en cuarentena. Estamos en cerca de 60 a 70 colaciones los días martes y jueves, además de la entrega de canastas solidarias, útiles de aseo, verduras, legumbres, según sea la necesidad. También, en la medida de lo posible, tratamos de llegar a enfermos, cesantes y adultos mayores. Cada una de las cosas se hacen cumpliendo los protocolos y con los permisos adecuados para cuidarnos todos”, advierte.

Por eso cree que la ayuda que se generan es un don de Dios inmenso: “Una de las cosas que percibimos con dolor, fue que hay hogares y familias donde por distintos motivos, ni siquiera tenían cocina ni gas para cocinar, por lo tanto, tuvimos que dar un giro, ya que vimos que no servía de mucho llevarles alimentos o canastas, así que decidimos directamente llevarles las colaciones listas para que comieran”, narra. 

Cecilia Hernández, encargada del comedor San Antonio, valora este tiempo a pesar de las dificultades que deja la pandemia: “Agradezco a todos los voluntarios que estamos acá. Todo lo hacemos de corazón y sin esperar nada a cambio. También a la gente que colabora de distintas maneras para que el comedor funcione”.

“Lo más difícil es no poder tener contacto con la gente que más necesita, darles la mano, poder escucharlos, atenderlos, servirles desde cerca. Apenas los podemos saludar y entregamos las colaciones de manera rápida. Esperamos seguir ayudando a mucha gente que lo está pasando mal en estos tiempos”, pide.