Comedor de capilla Cristo Rey en Concepción no para con la ayuda fraterna y solidaria

Con 80 almuerzos diarios y con todas las medidas sanitarias que corresponde, el comedor Cristo Rey de la parroquia San Francisco de Asís de Concepción no cesa en su afán de proveer de alimentos para los más pobres de su sector parroquial.

Con una pandemia que no da tregua es lo que deben lidiar a diario cada uno de los voluntarios del Comedor Cristo Rey. Es que a pesar de todas las dificultades que deja la crisis sanitaria en cientos de personas, este grupo de gente solidaria sigue firme en ayudar a los más necesitados.

El Hermano Claudio Salgado, quien llegó a la parroquia San Francisco de Asís de Concepción hace menos de dos meses, señala que este comedor mantiene una larga tradición solidaria. Cuenta que ya son 37 años de servicio, donde religiosas de Francia y España, comenzaron con esta labor y que poco a poco, todos en comunidad, han visto crecer este espacio de ayuda gracias a la ayuda generosa de muchas personas. 

La entrega de 80 almuerzos diarios de lunes a viernes, no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma: “Lo fuerte de este tiempo en la vida pastoral y de servicio ha sido a través de los comedores solidarios, porque ahí la gente llega por una necesidad puntual que es el alimento y ahí lo importante es saber acogerlos. Lamentablemente por la pandemia, la entrega tiene que ser por la puerta y rápido, entonces todo debe ser súper mecánico”, dice el Hermano Claudio.

Son equipos de trabajos de 3 a 4 personas por día y que se van rotando para evitar focos de contagio y resguardar los protocolos sanitarios que presentan las autoridades: “Ya no son las 30 personas que atendíamos antiguamente, sino que ahora son más de 100. Se ha sumado mucha gente, familias, adultos mayores, que por la pandemia han quedado sin trabajo o se les acabó el dinero. Por eso tratamos de hacer lo mejor posibles. Nos gustaría entregar mucho más como desayunos, pero no se puede. Si bien recibimos harta ayuda, siempre hace falta más, porque lo que se hace acá es harto. Además, ahora hay que comprar de todo, platos, cubiertos y todo de plumavit para entregar lo más seguro posible para todos y gracias a Dios no hemos tenido contagios, por eso, siempre hay gastos y necesitamos que la gente nos ayude”, explica Tatiana Godoy, voluntaria del comedor.

La ayuda incondicional se hace presente en diferentes personas de esta zona de la octava región. Gente en situación de calle, grupo de familias en situación de vulnerabilidad por problemas económicos y de cesantía, además de migrantes, conforman la lista de personas que recibe esta ayuda diaria.

Por último, el Hermano Claudio intenta recompensar esta labor de los voluntarios con celebraciones de misas para ellos: “El servicio y ayuda hacia los más pobres es parte de la vida espiritual Franciscana que llevamos nosotros y por eso no me complica acercarme a la gente en situación de calle y a los voluntarios. Pero también necesitamos que la ayuda de los benefactores siga aumentando para que esta obra continúe en el tiempo”, donde relata que, gracias a las redes sociales, en la actualidad han podido recibir ayuda de particulares la que se suma a la que entrega el Arzobispado de Concepción.