Fe y patrimonio: Dos casas de la Orden cierran sus puertas este 2021

Siglos de historias y de evangelización quedan atrás con el cierre de dos presencias en Chile. Mejoras y proyecciones marcan la decisión de clausura de las casas de Valparaíso y Chillán en estos últimos días de febrero. Los trabajos pastorales seguirán en pie a cargo de agentes parroquiales de ambas zonas.

El Ministro Provincial de la Orden, Hermano Isauro Covili, explica que sobre este proceso que “siempre los movimientos son significativos en la vida de la Provincia, no son nuevo, sino que la historia de la Provincia está dada por estos cambios”. Agrega que “estamos dejando estás fraternidades, pero de una u otra manera, seguiremos atendiendo estos lugares, pero no viviendo en ellos. Debemos entender que somos menos, que hemos disminuido, que el promedio de edad de la Provincia es mayor”, por lo tanto, fundamenta que la decisión también radica en querer “favorecer y potenciar la vida fraterna- como nota característica de nosotros- y poder potenciar los lugares con nuestra vida carismática y nuestra tarea misionera y evangelizadora”.

Casa del Señor Crucificado, Valparaíso

Con largos años de historia, la casa de Cerro Barón en la Quina Región, deja también un legado de amor a Jesucristo y a los más pobres. El Hermano Raúl Allimant, Guardián de la Casa del Señor Crucificado analiza: “Para mí ha sido muy significativo vivir donde viví. Nosotros en Valparaíso, tenemos un convento que está en proceso de restauración, entonces dentro de las actividades que teníamos estaba la obligación de abrirle a las diversas empresas todo el inmueble para que ellos levantarán sus proyectos, sus presupuestos, cosas que se complicaron con la pandemia”.

Añade que el lugar es muy significativo, ya que “estábamos muy cerca de la gente, la gente en el sector nos ubicaba, había muchos signos de solidaridad y yo creo que ha sido la mejor experiencia de contacto con la gente que yo he tenido y que he vivido. La gente nos buscaba, nos daba comida cuando estábamos en cuarentena, nos preguntaba cómo estábamos y la gente sintió mucho el que saliéramos de ese lugar, ya que nos decían éramos parte del barrio”.

Relata además que “teníamos muy buena relación con los vecinos, entonces era muy grato estar en medio de la gente, por eso es lamentable que tengamos que dejar este lugar. Ha sido lo mejor que he vivido en mis 50 años, en relación al contacto más cercano y directo con la gente. Rescato mucho eso, el poder sentirnos que éramos uno más entre ellos, siempre estaban preocupados de nosotros y de nuestros enfermos y viceversa”. 

“Esta casa es un símbolo de la ciudad, es lo más importante a nivel de monumento. Desafortunadamente ha tenido tres incendios y siempre han sido externos, entonces todo eso lo hace muy significativo. Hay una historia que viene desde 1600, por lo tanto, ya es parte del barrio. Si bien lo van a restaurar, en el fondo el templo tendrá vida solo si los frailes están allí, pero sabemos que se tienen que tomar estas decisiones y uno sufre. El cambio ha sido una tarea difícil, ardua de hartos días y eso, pocos frailes lo experimentan en la Provincia”, cierra.

Casa San Idelfonso de Chillán

También con siglos de historia, en este lugar también culminan las presencias de hermanos que por largo tiempo ayudaron a cultivar la fe en medio de las personas. El Hermano Felipe Márquez, Guardián de San Idelfonso, sostiene que “siempre es lamentable dejar una presencia Franciscana en cualquier parte del país, porque hay un trabajo arduo de evangelización en el pueblo. Está la tarea de fomentar las buenas relaciones, de proponer valores humanizadores de los Franciscanos como es la humildad, la sencillez, la cercanía. Lo anterior se hace muy relevante acá en Chillán, ya que es una ciudad que está marcada por la evangelización Franciscana”.

Desglosa que “son 436 años aproximadamente de la presencia Franciscana en Chillán, por lo tanto, son 5 años después de la fundación de la ciudad, es decir, la ciudad creció con los Franciscanos. Gran parte de los pueblos de la región, de la ciudad y de los barrios de Chillán, están marcados por la espiritualidad Franciscana, por eso el tema de salir de acá, es un tema profundamente doloroso para la comunidad”.

El Hermano Felipe también se da el espacio para soslayar que estas determinaciones terminan siendo inevitables, “ya que estamos en un tiempo donde no hay grandes cantidades de vocaciones. Hemos tenido que dejar muchos lugares desde hace 20 años. Además, hemos dejado lugares emblemáticos del país. La esperanza está en que la gente pueda seguir cultivando el espíritu Franciscano y que efectivamente la experiencia con nosotros, haya dado un resultado de evangelización efectiva y que los valores Franciscanos sigan siendo promovidos por la comunidad”.

Al final, enfatiza que el esfuerzo que hace la Provincia por no dejar este lugar es muy fuerte: “Recordemos que dejamos de vivir en este lugar, pero no dejamos de atender y eso es importante destacar. Es tan importante esta presencia acá, que, en el fondo, hemos hecho un esfuerzo por seguir atendiendo las liturgias, las comunidades. Para ello, estamos trabajando mucho con la Fraternidad de Parral, la cual ahora está constituyéndose y debe armar su propia organización interna, y a partir de eso, ver cómo lograr una atención efectiva en Chillán”, puntualizando que eso implica “velar por las misas, por las liturgias, la atención pastoral. En el fondo, será una continuación con el trabajo de recuperación patrimonial, de restauración y de resguardo patrimonial, ya que acá hay un alto grado de patrimonio cultural e histórico. En el fondo son 3 vetas que deben ser atendidas: el tema patrimonial, el tema pastoral y el tema litúrgico”, acaba.