El pesebre como la belleza de nuestra fe

Ad portas de una nueva Navidad, y en tiempos de pandemia, la Familia Franciscana ofrece un espacio de reflexión a la luz de la inspiración de San Francisco, quien realizó una gran obra de evangelización desde la simplicidad de un pesebre.

“De modo particular, el pesebre es desde su origen franciscano, es una invitación a “sentir”, a “tocar” la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación. Y así, es implícitamente una llamada a seguirlo en el camino de la humildad, de la pobreza, del despojo, que desde la gruta de Belén conduce hasta la Cruz. Es una llamada a encontrarlo y servirlo con misericordia en los hermanos y hermanas más necesitados”.

Así, el Papa Francisco anima a las familias del mundo-en su Carta Apostólica– a que en los días previos a la Navidad preparan el pesebre y lo puedan realizar también en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles.

“El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él”, relata el Santo Padre.

En realidad, el belén contiene diversos misterios de la vida de Jesús y nos los hace sentir cercanos a nuestra vida cotidiana. Por ende, el Hijo de Dios, viniendo a este mundo, encuentra sitio donde los animales van a comer. Un simbolismo que ya san Agustín, junto con otros padres de la fe, había captado cuando escribía: “Puesto en el pesebre, se convirtió en alimento para nosotros”.

El origen del pesebre, encuentra confirmación ante todo en algunos detalles evangélicos del nacimiento de Jesús en Belén. El evangelista Lucas, dice sencillamente que María “dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada”, es decir, Jesús fue colocado en un pesebre; palabra que procede del latín: praesepium.

Para el hermano José Manuel Hernández, de la fraternidad San Felipe de Jesús y quien dará una charla sobre el valor del pesebre en nuestras vidas el próximo 22 de diciembre a las 20 horas*, señala que “San Francisco cuando quiere representar el pesebre, lo enmarca dentro de su piedad cristológica. El pesebre enmarca la cristología de Francisco, por lo tanto, es un dato cristológico. El pesebre no es una anécdota en la vida de San Francisco, sino que más bien, tiene esta dimensión cristológica. La humildad de la encarnación y la caridad de la pasión, constituyen un elemento fundamental”.

“Si nosotros miramos las fuentes franciscanas, nos dicen que cuando San Francisco creó el pesebre, todas las personas de la comarca, del pueblo- pobres y ricos- llegaron y se unieron entorno a esta recreación. El pesebre se es un memorial que nos invita a la unidad y que nos unifica”, invita el hermano.

Patricia Olmedo de la parroquia San Buenaventura de Angol, cree que el pesebre para la Familia Franciscana es muy importante: “Nuestro patrono fue quien lo instauró como una forma de poder tener cada uno en sus casas este nacimiento y poder visualizar la sencillez, el amor y la ternura de esa hermosa imagen. Allí, vemos este niño que está junto sus padres, su familia, en este establo humilde. Es muy importante, sobre todo en estos tiempos, que nuestras fiestas serán muy reducidas, que podamos aferrarnos al Niño Jesús, comprender el sentido de familia, amarnos y ser empáticos el uno con el otro”, afirma.

Paola Alarcón desde la parroquia Franciscana San José Obrero en la localidad de La Antena en La Serena, también analiza la función trascendental de los pesebres en las familias y en los hogares: “Desde pequeña, tuve la dicha de nacer en una familia cristiana, una familia que antes del arbolito de Navidad, estaba primero el pesebre, por lo tanto, la Navidad no son sólo los regalos, las cosas materiales, sino que es un nacimiento, una gracia de una vida. Junto a cada pesebre debemos aprender siempre a preparar primero el corazón para acoger al Señor en la humildad de cada Belén”, reflexiona.

*El día martes 22 de diciembre a las 20 horas, se realizará la charla por el Facebook de los Franciscanos, “La Navidad en Greccio” y es una invitación a profundizar en el misterio de la encarnación desde la perspectiva Franciscana.