Continuando en el sendero de la reflexión y la opinión, la Orden Franciscana nuevamente realizó un conversatorio que buscó, en profundidad, conocer la última encíclica del Papa Francisco, la que anima al pueblo a la fraternidad y a la buena convivencia social. Claudia Leal, Doctora en Teología fue la encargada de la exposición. La ponencia fue intercalada con preguntas de quienes siguieron la transmisión de manera online.
“Como Hermanos Franciscanos, queremos hacernos cargo en esta última parte del año, de entregar distintos elementos teológicos, sicológicos y sociológicos, a la luz del carisma, y poder dar a conocer este documento del magisterio del Papa Francisco. Darlo a conocer a toda la comunidad y aquellos que comparten el deseo de un mundo más fraterno, más cercano, más social y más justo”, analizó al comienzo, el Hermano Miguel Correa, Encargado de Comunicaciones de los Franciscanos.
Para conocer en profundidad Fratelli Tutti, Claudia Leal, Doctora en Teología Moral y Académica de la Facultad de Teología de la Universidad Católica, desglosó desde distintos puntos de vista, la encíclica papal y ayudó a poder conocer la relevancia de este documento para el mundo entero.
La académica agradeció al principio de su ponencia la oportunidad de poder indagar en un documento tan importante: “El Papa Francisco nos tiene acostumbrados encíclicas largas que nosotros, los profesores de Teología, leemos apenas salen para poder comenzar a responder preguntas, para comprender cuáles son los temas más fundamentales que se conversan en el documento y que se abordan y para hacernos una idea en general”.
Señaló que es un texto trascendental para la realidad que viven muchas personas en el mundo: “León XIII decía Dios creó ricos y pobres, por lo tanto, los ricos antes de ser buenos cristianos, eran ricos y los pobres antes de ser buenos cristianos, eran pobres. Sin cuestionar esta dinámica a la hora de hablar sobre cómo se constituye la sociedad, es indiscutible que el Papa Francisco no suscribe que Dios haya creado el mundo y a la sociedad, dividida entre pobres y ricos. Adhiere a una visión muchísimo más compleja y más influenciada por las ciencias humanas”, aclara.
Agrega: “Vale la pena sondear las fuentes de la polarización, de la división que vivimos como sociedad. Una vez más es una invitación a que nosotros podamos comprender que, a la hora de construir sociedad, ninguna persona sobra y que sólo mediante el diálogo entre personas distintas, se pueden crear opciones que están al medio, que tienden al equilibrio, que tienden a representar los intereses de unos y otros”, detalla.
En otra parte, explica: “Los niños, los enfermos y los ancianos ha sido una tarea no sólo poco reconocida, sino también no remunerada a lo largo de la historia y nos está dejando de parecer algo de bien. Este tema es crucial en la encíclica. Antropológicamente, es muy interesante como el Papa Francisco es capaz de vincular el tema del cuidado, desde una perspectiva filosófica y teológica, a la parte política respecto del cuidado”.
Respecto de la vulnerabilidad, manifiesta que “puede ser vista como un don cuando ella es dignificada y seguramente para que sea dignificada, es imprescindible la autonomía y la independencia. Pónganse en el lugar de una persona que experimenta el desafío de volver a caminar, por ejemplo, o una persona que recupera la autonomía económica después de perder un trabajo. Piensen en cuando los niños crecen, cómo van gozando de su autonomía. Entonces el desafío es también construir humanamente esa autonomía que es muy importante también para dignificar nuestra vulnerabilidad”.
En una mirada más internacional, extiende: “Nosotros no teníamos los problemas del resto de Latinoamérica. Dolorosamente nosotros como chilenos, tenemos que reconocer que cuando el Papa habla de la instrumentalización política, del tema migratorio, sabemos de lo que está hablando y que hemos sido víctimas de ese tipo de discursos”, cree.
Por último, cerró: “La noción de justicia cristiana no está basada en la justicia griega, que es probablemente la que recoge muchos cuerpos legislativos y es la de la justicia ciega, que tiene en su mano una balanza. En cambio, la noción de justicia cristiana, no es una justicia ciega, sino por el contrario, es la justicia capaz de penetrar hasta el fondo del alma, de la razón, del contexto en que las cosas suceden, porque nuestra convicción es que sólo esa justicia es la que hace justicia”.
En redes sociales los agradecimientos y buenos comentarios no se hicieron esperar:
“Muchas gracias, una exposición clarísima, pero gusto a poco. Debemos estudiar a fondo la encíclica y compartirlo con otros”. Catalina Valenzuela Cares.
“¡Espectacular! Muchas gracias, Claudia. Clara como el agua y muy motivante para seguir estudiando esta encíclica”. Carmen Ortúzar Meza.
“Gracias. Por sus sabidurías y experiencias en los temas. Felicitaciones gracias por dar a entender estos temas”. María Eugenia Acuña Moris.
“Excelente exposición y motivación a leer con otros ojos la encíclica. Gracias por los links, gracias por el material para leer estos días”. Cristina Escoba Moraga