La mano de Dios se siente y se palpa en Concepción

Rodeada por cementerios, antigüedades y de una población principalmente de adultos mayores, este sector no sólo está viviendo la crisis sanitaria, sino que también, una realidad que arrastra distintos problemas sociales y que muchas veces quedan ocultos a la mirada de las personas.

Migrantes, hacinamiento, pero por, sobre todo, colaboración. Esa ha sido la mezcla que ha tenido el comedor Cristo Rey de la parroquia San Francisco de Asís en Concepción, para enfrentar esta pandemia, la cual ha golpeado fuertemente a este sector de la comuna de Concepción que limita con la localidad de Hualpén.

Es que más allá de los procesos de confinamiento y de desconfinamiento, el comedor se abría sagradamente de lunes a sábado, como un signo del amor misericordioso de Dios en medio de los más necesitados, pero la pandemia frenó esa ayuda: “Nosotros empezamos en mayo a darnos cuenta de que se necesitaba ir en ayuda de muchas personas. Primero empezamos entre nosotros a abrir el comedor nuevamente, ya que se había cerrado. Lo abrimos con todos los resguardos entregando la comida en elementos plásticos”, como lo describe el hermano Fernando Candia, párroco de San Francisco de Asís.

El religioso, nos cuenta que junto a la llegada de migrantes haitianos, colombianos, bolivianos y venezolanos, la Pastoral de Migrantes se ha fortalecido lo que ha aunado las fuerzas con diferentes sectores como el Arzobispado de Concepción, empresas, Cesfam y algunas personas de situación económica buena que han estado ayudando, logrando un reparto en estos últimos meses, de más de 200 cajas de mercadería a decenas de personas y familias en situaciones complejas o de calle que se han visto afectados por la crisis sanitaria que se vive hasta hoy.

Sin embargo, para el hermano Fernando no todo ha sido color de rosa, ya que no niega que al principio tuvo mucho miedo de esta pandemia y de la ayuda que podría otorgar, ya que, debido a su edad, todo se hacía más complejo: “Gracias a Dios, nos han llovido los voluntarios, por lo que el comedor sigue abierto hasta hoy y estaban inscritas 38 personas, pero ya vamos en más de 60 raciones y muchas familias han traído sus “ollitas familiares”, así que creemos que también eso va a ir aumentando”, analiza.

Otra de las cosas buenas que ha visto el hermano ha sido como el encierro ha generado una ayuda mayor, ya sea por las distintas plataformas que hoy existen como Zoom y WhatsApp: “Gracias a Dios ha sido una bendición. Nunca jamás en tiempos tan complicados, había visto una solidaridad tan grande de la gente para con nosotros, con la fraternidad y con la ayuda que nosotros entregamos a los demás”, recuerda.

Por último, reflexiona y da gracias a Dios, porque en medio de las necesidades, ha visto como tanta gente ha recibido ayuda: “La verdad es que ellos han trabajado más que yo. Yo soy una especie de secretario ejecutivo, firmando, dando las gracias, pero el trabajo grande lo han hecho los laicos. Así que si seguimos tal cual como estamos ahora, podemos salir adelante, pero lo único cierto es que Dios va a estar siempre a nuestro lado”.

La señora Tatiana Godoy es la encargada del comedor y ella tiene una mirada muy particular de todo este lindo proceso: “Nosotros comemos todos los días, cuatro veces al día y ellos comen una vez al día. Cuando reabrimos el comedor, primero venían 30 personas o menos, pero pasando el tiempo, ya han llegado 60 personas. Gracias a Dios, hemos tenido ayuda de todos lados. Le hemos entregado mascarillas cuando vienen a buscar sus alimentos y si me preguntan cómo hacemos todo eso, le diría que sólo es ayuda de Dios. Lo más bonito, es que ellos nos entregan su amor, sus bendiciones, entonces para nosotros eso es lo mejor, porque así vamos con más cariño todos los días, ya sea con lluvia, con viento, vamos con todo. Por eso estamos siempre preocupados de ellos y muy pronto le haremos el examen Covid a todos, en un trabajo con el Cesfam, para que anden más tranquilos”, agradece.

Teresa Oñate, añade que es fundamental ir en ayuda de los más necesitados, tanto migrantes como compatriotas: “Esta acción ha sido cumplir lo que pide Jesús en sus mandamientos. Además, es mi vocación y veo como se han generado muchos aportes de distintos lugares y personas para tanta gente que acude diariamente. Dios toca corazones y cada vez que necesitamos ayuda, aparecen personas de buen corazón”, explica.