Con más de 30 años de antigüedad, el comedor San Antonio de la parroquia San Francisco de Asís en Parral, se ha convertido en un punto trascendental para ir en ayuda de los más necesitados de la zona.
“Uno propone y Dios dispone” dice el refrán, y al parecer este comedor ha tenido que vivirlo en carne propia. Al menos así nos cuenta el hermano Claudio Salgado, párroco de San Francisco de Asís: “Nosotros se marzo teníamos ya el programa para iniciar nuestras actividades con los equipos ya listos, con los voluntarios, pero cuando partió todo esto, nos dimos cuenta que la cosa se venía seria y tuvimos que cambiar de giro, por decirlo de alguna manera”.
Con ese panorama, martes y jueves, ponen el comedor a disposición de todos aquellos que están sufriendo distintas dificultades, ya sea económicas, sociales o personales, con esta crisis sanitaria, Ayuda que ha alcanzado a un número importante de familias y personas.
Las colaciones y cajas de mercadería han sido la mejor muestra de cómo el Señor provee en medio de las necesidades de tantas personas que en este tiempo de pandemia lo han pasado mal, al menos así lo analiza el hermano Claudio: “Empezamos a entregar una vez a la semana, bolsas con mercadería y eso lo estuvimos haciendo por cinco meses para alrededor de 90 personas, Además entre 12 a 15 cajas de mercadería que entregamos en estos tiempos de invierno a familias más vulnerables del sector”, cuenta.
El trabajo mancomunado con los laicos, también ha sido otro elemento fundamental en esta zona que mezcla lo rural y lo urbano y principalmente el trabajo agrícola: “Yo simplemente soy el párroco, el que acompaña y escucha, pero después, son ellos los que ven toda la distribución de las cosas, de los alimentos. Así que estoy muy agradecido de ese inmenso trabajo. Por un lado, hay cierta impotencia de no poder hacer más y de ver tantas necesidades. Ahora cuando uno ha estado familiarizado con las necesidades, en el fondo en este tiempo de pandemia, impacta un poquito más. Pero sí me ha llamado la atención es el aumento de la gente y las grandes necesidades que ellos tienen”, reflexiona.
Sin duda, para el hermano Claudio ha sido un tiempo muy especial, pero siente que siempre ha estado en la gracia y compañía de Dios: “Tenemos bastante esperanza de que poco a poco todo se vaya normalizando. Incluso, ya se ha visto que algunos empezaron a trabajar, para la gente que es temporera también empieza un tiempo bueno para ellos con los frutales y el trabajo de campo. Entonces de alguna forma se van generando sus propios recursos para sustentar la parte económica, pero siempre los meses de invierno son bien duros para nosotros”, cierra.
Cecilia Hernández, es la Coordinadora del comedor y relata que este tiempo ha significado un giro enorme en la forma de ayudar, ya que “ahora preparáramos los alimentos y ellos lo llevan a sus hogares. He visto como hay harta necesidad en personas y familias y cómo también han aumentado las familias con necesidades. Pero, a pesar de todo, vemos como Dios siempre está con nosotros, que nunca nos falta para ayudar a los más vulnerables. Cada día nos llegan muchos alimentos para darle a ellos y vemos como la gente ha colaborado y los voluntarios han aumentado y eso es lo más importante que he visto en esta pandemia”.
Mariela Salazar, en tanto, cree que el comedor San Antonio es una gracia de Dios: “Con la pandemia, al comienzo nos paralizamos, ya que el miedo y la incertidumbre nos descolocó, pero no nos quedamos encerrados en nuestra comodidad, sino que vimos que muchos nos necesitaban. El comedor es una forma de estar en contacto con el Cristo que sufre, pobres, abandonados, sin trabajo y sin comida y, sobre todo, el comedor nos libró de la pandemia del egoísmo”.