CUANDO EL AMOR DE DIOS LLEGA A LOS MÁS ABANDONADOS Y NO EXISTEN FRONTERAS

Partieron con desayunos semanales y almuerzos mensuales, pero la pandemia les entregó una nueva forma de entregar ayuda a los más pobres y necesitados. El Convento San Francisco de Chillán hoy en día, está entregando cerca de 200 canastas familiares como un signo de comunión solidaria entre laicos y religiosos.

Desde el 2019 hasta ahora, el Comedor San Antonio y la Acción Social Fray Andresito, no han parado de ayudar. En un trabajo mancomunado entre laicos y religiosos, ambos focos de ayuda se han convertido en un espacio vital para ayudar a personas y familias necesitadas.

El Comedor San Antonio, por ejemplo, entrega cada martes 80 desayunos a personas en situación de calle y sagradamente, el último viernes de mes, otros 80 almuerzos. Pero lo que más destaca de esta gran instancia de solidaridad es que, quienes prestan este servicio, son particularmente gente mayor, lo cual enriquece aún más la ayuda.

La Acción Social Fray Andresito en tanto, no se queda atrás. Cada domingo, cerca de 30 colaciones son llevadas a lugares donde la gente en situación de calle no tiene nada para comer.

Pero qué tienen en común ambas ayudas: “Con la pandemia tuvimos que reformular algunas cosas, la gente que nos ayudaba ya no podía hacerlo, entonces decidimos hacer otro tipo de campañas con alimentos no perecibles. Y de verdad, nos fue muy bien y estamos saliendo todos los domingos, como relata el Hermano Felipe Márquez, Guardián de Convento San Francisco de Chillán.

Así, el café, té, azúcar, arroz, fideos, legumbres, harina, sal, jurel, galletas, conservas, incluso mallas de cebollas y papas, junto a ropa de niños y adultos, son parte de esta canasta familiar que está llegando a decenas de familias que viven en los alrededores de la Estación de trenes o el Mercado de Chillán, como también, en campamentos: “Lo mejor de esta ayuda es que alcanza para cerca de dos semanas y eso, es de gran ayuda en estos momentos donde todo falta y se hace tan necesario. Por eso la gente la valora tanto y se siente tan agradecida. Además, viene gente de muchos lados de Chillán y gracias a Dios, hemos podido tenderles la mano”, añade el Hermano Felipe Márquez.

Sin duda, esta inmensa labor ha ayudado a fortalecer aquellos carismas solidarios que, en tiempos de pandemia, podrían haberse visto debilitados, algo que Miguel Ángel Merino, Presidente de Acción Social Fray Andresito, tiene muy claro esto: “Cuando me pidieron ayudar, lo primero que dije fue que esa ayuda y ese alimento, fuese lo mismo que nosotros estuviéramos comiendo. Es decir, no dar lo que nos sobra, dar lo que nosotros también consumiríamos. Por eso esta labor es tan bonita. Hoy, hay más gente vulnerable en nuestra ciudad y mucha pobreza invisibilizada”.

Para lo anterior, el Hermano Felipe Márquez tiene una sola razón que explica toda esta gran labor que están llevando a cabo: “Esto surge de la inspiración de Dios y del Espíritu. El Espíritu es el que nos ayuda a visualizar aquellas necesidades que son realmente urgentes en la comunidad, en la oración, en el dialogo, en la conversación con el otro y finalmente, nos damos cuenta qué debemos hacer algo. No es mucho quizás, pero abarcamos rincones que no alcanzan a tener las necesidades básicas cubiertas, incluso con las ayudas estatales”, explica.

Finalmente, las anécdotas o memoriales no pueden faltar cuando Dios inspira tanta ayuda: “Un día se nos acercó un señor de campo para pedirnos ayuda para su hija. Venía muy afligido, ya que trabajaba en el Mercado, pero no le pagaban si no vendía y no vendió nada, por lo tanto, andaba muy mal, ya que quería llevar comida para su hija. Entonces, cuando recibió nuestra ayuda, se dio cuenta que con eso podía comer un par de semanas y quedó tan contento, que solo decía que ahora trabajaría sin la desesperación de saber que no tenía nada. Eso anima mucho”, recuerda el Hermano Felipe Márquez.

En el caso de Miguel Ángel Merino, una de las cosas que le ha marcado en este tiempo, fue lo que le pasó con un tipo de ayuda concreta: “Tocaron el timbre y venían a entregar una bolsa con gorros tejidos. Cuando le preguntamos si habían sido hechos por ella, nos dijo que había sido su mamá, ya que se había enterado de la campaña que estábamos realizando. Le dimos las gracias y cuando ella se iba, nos dice que su madre estaba con serios problemas de visión y que, a pesar de eso, ella los tejió igual para ayudar a gente en situación de calle. Ahí nos damos cuenta que la gente quiere ayudar”, relata.