Fr. Javier Mac-Mahón en su centenario: “Lo fundamental que tenemos que vivir es aprender a amarnos como hermanos”

El hermano Francisco Javier Mac-mahón Argandoña nació en Antofagasta el 4 de junio de 1920. A los once años, en marzo de 1932, viajó en tren desde La Serena a Santiago para ser franciscano y cumplir su sueño de ser “misionero en lejanas tierras”; sueño que logró concretar a los 80 años, en Marruecos. 

En sus casi 9 décadas de camino franciscano, ha desempeñado diversos oficios en la Orden, a nivel nacional e internacional así como en la Iglesia diocesana: fue maestro de novicios, rector en el seminario, provincial en dos períodos, presidente de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Chile (Conferre), vicario episcopal del Cardenal Silva Henríquez para la vida religiosa, visitador y definidor general por América de la Orden Franciscana mundial. 

Entre esas tareas y muchas otras de menos renombre y cotidianas para todo religioso, el hermano Javier se ha destacado también por dar constantemente retiros, especialmente a comunidades de religiosas, y dirigir y acompañar espiritualmente a frailes y laicos, siendo muy querido por su alegre cercanía y sencillez.

Actualmente es miembro activo de la fraternidad del Eremitorio ubicado en El Totoral, Región de Valparaíso, celebrando misas cotidianamente y acompañando espiritualmente a los visitantes. Sin embargo, por precaución, desde hace 3 años pasa los meses más fríos del año en la Casa-enfermería San Francisco de Santiago.

Allí le hicimos un par de preguntas con motivo de sus 100 años y esto nos respondió:

-¿Cuál cree Ud. que es el mayor aprendizaje que ha obtenido en estos tantos años de vida?

Pues lo que me parece a mí que he descubierto a lo largo de estos años es que es tan importante encontrarse con el Señor y aprender de Él lo que nos vino a enseñar.

Por eso estoy tan agradecido del Señor, que me ha hecho descubrir, no sólo entre los cristianos sino que principalmente entre los que no los son, me ha hecho descubrir que todos somos hijos de Dios y hermanos, y lo fundamental que tenemos que vivir es aprender a amarnos como hermanos.

Se me ha dado esa gran oportunidad precisamente cuando tuve que salir, cuando se pidió ir a África y compartir la vida con los que no son cristianos. Allí cuando uno tiene que vivir y aprender a poner en práctica lo que el Señor nos vino a enseñar y que es fundamental: Ámense unos a otros como Yo los he amado. No es necesario pensar igual.

-¿Qué siente por cumplir 100 años de vida?

Bueno, lo que yo siento es que el Señor ha sido muy generoso conmigo. Me ha concedido disfrutar de la vida, aprender tanto, conocer a tanta gente, descubrir de verdad que lo Él nos vino a enseñar tenemos que practicarlo durante toda la vida. Yo creo que eso es muy importante, por lo menos para mí, que he visto, como digo, ese torrente de gracia que el Señor se ha dignado manifestarme.