Saludo del Ministro provincial con motivo de la Pascua de Jesús 2019

¡ALELUIA, ALELUIA, ALELUIA!

¡RESUCITÓ VERDADERAMENTE EL SEÑOR!

 Queridos (as) Hermanos y hermanas

¡El Señor les conceda la paz!

Que la vida-muerte-resurrección-glorificación de Jesús de Nazaret, fundamento de nuestra caminada creyente, de  un nuevo significado a nuestra vida cristiana, en su retorno permanente y conmocionadamente a Dios y en un servicio sencillo a todos, especialmente a los pobres.

La Cuaresma ya terminada, seguramente, ha posibilitado en cada uno un encuentro con diversas prácticas penitenciales, como también un encuentro entre nuestra miseria (propia-comunitaria) y la misericordia de Dios Padre. Un encuentro entre la criatura y el creador, entre el Salvador y el salvado. Esta noche santa hemos vuelto a proclamar con gozo, junto con toda la Iglesia que la vida ha vencido a la muerte, que la misericordia de Dios ha vencido al pecado, que la luz ha vencido a las tinieblas. Que el Resucitado ilumine su vida, el camino que emprendes en cada jornada y que cualquier situación que puedas estar viviendo no apague la alegría y la esperanza fundada en Jesús resucitado.

En la Vigilia Pascual y en este Domingo de Gloria, proclamamos que ¡resucitó verdaderamente el Señor!. El Señor ha resucitado en medio de su Pueblo. Esta realidad marcó a los Apóstoles desde los inicios como también a nosotros. El Señor de la Gloria nos vincula,  somos una nueva creación y una reinauguración de tiempos y posibilidades nuevas. Que Resuene con fuerza la palabra, la certeza y fe de Pedro y Juan dirigida a un paralítico: “En nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina” (Hech 3,6).

En los tiempos que vivimos como sociedad y como Iglesia,  nos experimentamos frágiles, vulnerables y necesitados de sanación y reparación. En este contexto, creo que lo vulnerable se nos constituye en gracia y fortaleza. San Pablo lo dice con fuerza en su Carta a los Corintios “En el presente, nos tratan a golpes, somos insultados y bendecimos, somos perseguidos y resistimos, somos calumniados y consolamos, somos la basura del mundo, el desecho de todos, estamos perplejos, pero no desesperados” (1Cor 4,11-13). En el texto citado queda de manifiesto que el Resucitado es la esperanza del discípulo de Jesús para andar por los caminos de la historia, asumiendo con sencillez y verdad las propias fragilidades como también las grandezas que da el Señor.

Cuánta certeza y gozo nos regala Jesús resucitado, que vive hoy disipando miedos, regalando confianza, abriendo horizontes para caminar sin temores que  paralicen. Dejémonos iluminar por los textos del tiempo pascual y que ellos nos regalen la gracia de valorar, admirar, resaltar, compartir, todo el bien que hacen y hacemos la gran mayoría de laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes, Obispos, comunidades, organizaciones, como también personas de buena voluntad.

Que la victoria pascual de Jesucristo aliente al Pueblo de Dios para guardar fidelidad al encargo misionero e impulse a todos nosotros, hermanos y hermanas, a una nueva primavera misionera.

Testigo de los acontecimientos de la pasión y resurrección de Jesús fue María su madre. En su corazón herido de madre siempre estuvo encendida la llama de la esperanza, y que de igual modo podemos mirar y reconocer en tantas madres de nuestra tierra.

Termino deseando que esta oración de nuestro Padre san Francisco sea también nuestra:

¡Oh Señor, te ruego

que el ardor abrasador

y dulcísimo de tu amor

tanto absorba mi mente,

librándola de todo apego terrenal,

que pueda morir yo por amor de tu amor,

¡oh tú, que por amor de mi amor

te dignaste morir!

 

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

Fraternalmente,

 

Fr. Isauro Covili Linfati, ofm

Ministro provincial