Queridos hermanos y hermanas:
En las vísperas de esta solemnidad de Pentecostés, quiero hacerles llegar un saludo a través de este medio, a todos los hermanos, a todas las hermanas, a todos los que participan de la espiritualidad franciscana y que de una u otra manera están unidos en redes sociales a nuestra vida franciscana.
Quiero comenzar este saludo de Pentecostés, trayendo al presente, la 2° lectura de la Liturgia de este día domingo, y que nos hace muy bien hoy día:
«Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús «Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu».(1 Cor 12, 3b-7. 12-13)
Palabra de Dios.
Aquí encontramos entonces, hermanos, como el Espíritu inaugura un nuevo tiempo en la vida de la Iglesia, es la nueva pascua de Jesús, una nueva forma de vivir. El Espíritu viene a confirmar toda la Historia de la Salvación y toda la obra del Hijo de Dios, de Jesús de Nazareth.
Que este año, al celebrar Pentecostés, y al celebrarlo en una Iglesia que ha vivido momentos dolorosos, pero también significativos. Que el Espíritu nos permita a todos, hermanos y hermanas, renovarnos en la fe, renovarnos en la misión, renovarnos como Iglesia en salida – que es la invitación permanente del Papa Francisco-.
Y, para los franciscanos, desde este lugar y desde esta Fiesta de Pentecostés, que en el espíritu que hace nuevas todas las cosas, invito a que podamos seguir adelante en nuestra vida, en términos de re significación, en términos de la redimensión de nuestra vida, de reconfiguralo de una manera distinta, de reconvertir espacios, lugares, estructuras que tenemos al servicio de la vida y de la evangelización y de nuevas expresiones.
Les saludo a cada uno de los hermanos y hermanas y que en esta fiesta de Pentecostés, nos volvamos a comprometer en nuestra vida franciscana, con nuestros votos, con nuestro discipulado y nuestra manera de seguir a Jesús al estilo de San Francisco.
Que cada uno hagamos camino de felicidad, que hagamos camino de compromiso con la vida, hagamos compromiso de renovar este mundo en muchos de sus aspectos a la luz del Evangelio.
Feliz Pentecostés. ¡Aleluya, Aleluya!
Fr. Isauro Covili Linfati, ofm- Ministro provincial