Los nuevos Ministros provinciales que se reúnen en Roma peregrinaron a Greccio y Fonte Colombo el sábado 20 de enero de 2018. El día comenzó con una misa en la Curia general presidida por fr. Cesare Vaiani, Secretario General de Formación y Estudios. En su homilía, fr. Cesare compartió:
“En Greccio Francisco hizo una cosa nueva y original, que alguien podría juzgar un poco cosa de locos: encontramos una locura creativa, que lleva a atreverse a hacer cosas nuevas e incluso a desafiar el juicio de la gente. Greccio nos invita a recobrar la capacidad creativa de hacer memoria en el hoy de la vida de Jesús, en una forma nueva y concreta … nos invita a usar todos los medios para hacer ver a todos el misterio de la pobreza de Jesús, tanto en los signos como en la realidad.”
El día concluyó en Fonte Colombo, el lugar donde San Francisco escribió la Regla.
Aquí está el texto completo de la homilía:
Homilía
Fr. Cesare Vaiani, OFM, 20.01.2018
Evangelio: Mc 3, 20-21
El Evangelio de hoy nos ofrece una imagen particular de Jesús, que es juzgado “fuera de sí” por sus propios familiares. Es el destino de los profetas, ya antes de Jesús, y es a menudo también el destino de los santos, que son juzgados locos a causa de sus opciones radicales.
Hoy ustedes, Ministros se pondrán en peregrinación siguiendo las huellas de Francisco de Asís, al que también sus contemporáneos a menudo juzgaron “fuera de sí”. Él mismo, por otra parte, se atribuía explícitamente el calificativo de “loco”.
En la Compilatio Assisiensis encontramos un episodio en que Francisco se dirige a los Ministros y al Cardenal Hugolino, que lo invitaban a ser un poco más razonable, a “seguir los consejos de los frailes doctos y a dejarse guiar por ellos algunas veces” y declara: “Hermanos, hermanos míos, Dios me ha llamado a caminar por el camino de la simplicidad y me lo ha mostrado. Por eso no quiero que me mencionen otras Reglas, ni la de san Agustín, ni la de san Bernardo o de san Benito. El Señor me reveló ser su voluntad que yo fuera un loco en el mundo: ¡esta es la ciencia a la cual Dios quiere que nos dediquemos!”.
Esta locura evangélica deberá ser característica de nuestra forma de vida, de la “vida y regla de los hermanos menores que es observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo viviendo en obediencia, sin propio y en castidad”. Si tomamos en serio estas palabras, también de nosotros dirán que somos locos. Y estaremos orgullosos de sentírnoslo decir.
Hoy la peregrinación de ustedes por las huellas de aquel loco de nombre Francisco comenzará en Greccio, santuario del pesebre. Hemos concluido hace poco el tiempo litúrgico de la Navidad y llevamos en el corazón la meditación del misterio de la encarnación. Según Tomás de Celano en Greccio Francisco quiso “hacer memoria del Niño nacido en Belén y en cierto modo ver con los ojos del cuerpo las incomodidades en que se encontró por la falta de las cosas necesarias para un neonato, cómo fue recostado en la pesebrera y cómo yacía sobre el heno entre el buey y el asno”. En Greccio Francisco hizo una cosa nueva y original, que alguien podría juzgar un poco cosa de locos: encontramos una locura creativa, que lleva a atreverse a hacer cosas nuevas e incluso a desafiar el juicio de la gente. Greccio nos invita a recobrar la capacidad creativa de hacer memoria en el hoy de la vida de Jesús, en una forma nueva y concreta; nos invita a ser capaces de poner gestos que hagan visible el Evangelio; nos invita a usar todos los medios para hacer ver a todos el misterio de la pobreza de Jesús, tanto en los signos como en la realidad.
Como ejemplo de locura evangélica he citado antes las palabras iniciales de nuestra Regla: hoy ustedes concluirán su peregrinación en Fonte Colombo, donde, según la tradición, Francisco escribió nuestra Regla y ustedes tendrán la oportunidad de releerla personalmente en ese mismo lugar. Es importante para nosotros el volver de cuando en cuando al texto de la Regla, que es el código de nuetra alianza con el Señor y nos hace volver al fundamento de nuestra opción. Es la Regla que hemos profesado al comienzo de nuestra vida franciscana y que queremos observar también hoy como entonces. Para todos será un regreso a las fuentes de nuestra aventura de locos franciscanos, será un refrescar la juventud y la vitalidad del compromiso que ustedes hicieron. Y será importante encontrarnos de nuevo con las palabras que nos hicieron vibrar hace muchos años, y preguntarnos qué hemos hecho de ella.
El Señor acompañe esta peregrinación de ustedes, para que también su vida pueda ser, como la de Jesús y como la de Francisco, animada por la pasión por el Evangelio y manifieste hoy aquella “santa operación del Espíritu del Señor” que en la Regla Francisco nos invita a desear sobre todas las cosas.