Conclusión del Encuentro con los Ministros y Custodios 2018

El 25 de enero 2018 se concluyó el encuentro del Ministro General y su Definitorio con los nuevos Ministros provinciales y Custodios. El encuentro, que duró dos semanas, ha sido formativo e informativo. Durante el encuentro se afrontaron diversos temas, tales como: El servicio de la autoridad, la formación para la misión, el acampamiento, el Ministro provincial y su Definitorio, el documento y mandatos del Capítulo general 2015, y la economía. Todos los participantes han tenido un diálogo personal con el Ministro general y han podido visitar las Oficinas de la Curia.

En su homilía final, el Ministro general compartió estas palabras:

Homilía

Conversión de San Pablo

 Hace menos de un año visité a los Hermanos Franciscanos de Damasco, una zona en guerra, consecuencia de divisiones, nacionales e internacionales, y de sed de poder y de imposición de la ideología religiosa. Junto con el Custodio de Tierra Santa y otros hermanos, visitamos la casa de Ananías, donde san Pablo pasó mucho tiempo. Mientras resonaban las explosiones en los alrededores de Damasco, no podíamos hacer otra cosa sino arrodillarnos y orar – por la paz, la verdad, la conversión. Era un poco irónico que nosotros estuviéramos orando por la conversión – personal y social – precisamente en la casa donde san Pablo tuvo la experiencia de gentileza, acogida pero también de momentos de auto-interrogación, el esfuerzo de responder a una voz íntima cuyo eco progresivamente se volvía más fuerte, invitando a entrar en un nuevo modo de pensar y de actuar.

Muchos de nosotros conocen a san Pablo por sus escritos, por las grandes imágenes teológicas empleadas para ganarse la atención del auditorio, por el estilo retórico, denunciando un fuerte influjo que sobre él tuvo su maestro judío, Gamaliel. Conocemos también a san Pablo por sus viajes misioneros que lo condujeron al corazón del Judaísmo, y a partir de esta experiencia de fe, lo proyectaron hacia fuera, hacia los gentiles, guiándolo hasta los confines del Imperio romano. Pablo fue un hombre en misión, antes y después del encuentro  personal con Jesús “por el camino” hacia y más allá de Damasco. Y mientras el catálogo de los viajes misioneros muestra un hombre que nunca se cansaba de invitar a los demás a la misma experiencia de perdón, salvación, renovación que seguía albergando en su vida, lo que revela también a un hombre que debía tener que vérselas con su propia debilidad y sus conflictos interiores. Lo que para san Pablo, era precisamente porque se descubría débil y en la cruz y resurrección de Jesús que el Señor era más fuerte en él. Es esta intuición, quizás más cualquier otra cosa, donde encuentra eco en la experiencia de Francisco de Asís: a saber, en nuestra humana debilidad Dios viene para unirse a nosotros, nunca abandonándonos ni dejándonos solos. Dios se sumerge en la oscuridad de nuestra humanidad para conducirnos a la plenitud de vida. No hay momento en la historia que pueda “esconderse” a la voluntad de Dios de transformar y salvar.

Reflexionando sobre la vida y la conversión de san Pablo, un proceso de toda la vida, saquemos valentía para nuestro camino de fe. Recordemos que na de las mayores responsabilidades de cuantos han sido elegidos y consagrados como “ministros” es invitar a los hermanos a penetrar profundamente en sí mismos donde ellos podrán una vez más descubrir y experimentar el amor ilimitado y sobreabundante de Dios. Como permitimos a Cristo atraernos más estrechamente al corazón de la Trinidad, dejemos también que nuestras mentes y nuestros corazones se dilaten, como sucedió en la vida de san Pablo, de san Francisco y de tantos otros santos de Dios, capacitándonos para percibir en todas las cosas la presencia de Dios que viene a encontrar al hombre en todas las circunstancias de la vida. Extendamos los brazos para abrazar a los demás cristianos encamino con nosotros. No nos permitamos nunca ser vencidos por el maligno y por aquellos que difunden odio y todas las demás formas de exclusión, usando violencia en nombre de Dios. A ejemplo de san Pablo consintámonos a nosotros mismos llegar a la comprensión de la fe que es inclusiva, que abraza las diferencias, que busca el camino de la conversión personal y social, justicia y paz. Que podamos junto con san Pablo, Francisco y los hermanos de nuestras Entidades y de la Orden, permitir a Jesús guiarnos a lo largo del sendero de una continua conversión, que comienza y termina en el encuentro personal con el viviente y amoroso Señor Jesús, un encuentro que deslumbra al mismo tiempo que ilumina.

Hermanos míos, saquemos fuerza de las palabras de san Pablo a los cristianos de Éfeso:

Que les conceda, según la  riqueza de su gloria, ser poderosamente fortalecidos por su Espíritu en el hombre interior. Que Cristo habite por la fe en sus corazones y así, arraigados y fundados en la caridad, sean capaces de comprender, con todos los santos, cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que supera todo conocimiento, para que sean colmados de toda la plenitud de Dios. A Él sea la gloria, cuyo poder, actuante en nosotros, puede hacer infinitamente más de cuanto podemos pedir o pensar. (Ef 3, 16-19).