Mis queridos hermanos:
¡El Señor les dé la Paz!
El día de hoy marca un momento histórico en la vida de nuestras Órdenes y de todo el movimiento francisano. En cierta manera podría hablarse del acontecimiento de una especie de “milagro”, un milagro que, personalmente espero que siga dándose en nuestras relaciones recíprocas y en nuestro testimonio de comunión y solidaridad en un mundo que necesita signos capaces de generar nueva fuerza y nueva esperanza.
Hermanos Franciscanos en Capítulo nació como una propuesta limitada para invitar a los hermanos de la Umbría a emprender un itinerario trienal de reflexión sobre los elementos centrales de nuestra común identidad y misión carismática. Los Ministros generales y sus Definitorios pidieron que esta iniciativa se ampliara y compartida con todos los hermanos de nuestras respectivas Órdenes. Las dos celebraciones, a saber, el Octavo centenario del Perdón de Asís y el Quinto centenario de la publicación de la Bula Ite voshan proporcionado a los hermanos ocasiones concretas para examinar y analizar las causas de la división original de la Orden llevándola a una ruptura canónica – a mi modo de ver, una falla de amor y de misericordia – y para buscar el camino del perdón recíproco y de la reconciliación.
Este importante itinerario también nos ha dado instrumentos para ayudarnos a pensar en iniciativas que promuevan una más profunda comunión entre nosotros. El paso a una mayor comunión incluye los planes para el 2018, entre los cuales, la unión de nuestros centros franciscanos para la enseñanza superior en una nueva Universidad Franciscana en Roma, la creación de una fraternidad inter-obediencial en Emaús y otras iniciativas que miran a la creación de fraternidades inter-obedienciales en otras partes del mundo franciscano. Estamos dialogando también sobre la posible creación de programas inter-obedienciales para la formación inicial.
El gesto simbólico del Papa francisco, Sucesor de san Pedro, en que nos ha confirmado nuestra Regla de Vida y nos ha retado a “caminar juntos y a crecer en la común vocación y misión” (Papa Francisco, Tumba de San Francisco, en Asís, 4 de octubre de 2013) nos inspira sin duda a buscar una comunión más profunda y a derribar el muro divisorio que nos separa a los unos de los otros (cf. Ef 3, 13-14). De esta manera seremos capaces de responder a la invitación del Papa Francisco a “permanecer unidos”.
Leemos en el Espejo de perfección (124, ed. BAC) citado por el Papa Francisco en su homilía del 4 de octubre de 2013 en Asís:
Te ruego, pues, Señor mío Jesucristo,
Padre de toda misericordia,
que no te acuerdes de nuestras ingratitudes,
sino ten presente
la inagotable clemencia
que has manifestado en ella [esta ciudad],
para que sea siempre lugar y morada
de los que de veras te conozcan
y glorifiquen tu nombre, bendito
y gloriosísimo, por los siglos de los siglos. Amén.
Mis hermanos, hemos emprendido un camino de fe lleno de promesas, retos y abundantes bendiciones. No podemos prever cuáles cambios podrá ofrecernos el futuro mientras buscamos la comunión y viajamos juntos por el camino hacia el Reino de Dios. Sin embargo, toca a nosotros la decisión y el empeño de trabajar juntos, animarnos mutuamente, redescubrir y abrazar los elementos esenciales de nuestro común radical modo de vivir evangélico.
Como dijo una vez nuestro querido y recordado Ministro general Giacomo Bini, debemos ayudarnos mutuamente a “mirar a lo alto” como una condición previa para “mirar hacia adelante” (Giacomo Bini, Una existencia unificada y pacificada en Dios, 2011, p. 33). Así, viajando todos juntos por este camino como peregrinos y forasteros, un día podremos descubrir que hemos llegado a un punto de comunión espiritual que nos permitirá celebrar el Capítulo general que se frustró hace quinientos años.
¡No tengan miedo mis queridísimos hermanos! Jesús va delante de nosotros y nos invita a hacer amistad y comunión con Él, pero también amistad y comunión con todos los hermanos de nuestras respectivas Órdenes, con toda la humanidad y con el universo mundo.
Fr. Michael A. Perry, OFM
Parroquia de San Gregorio VII, Roma, 23 de noviembre de 2017