
En el contexto de la Fiesta de San Sebastián, un grupo de seis misioneros, compuesto por tres laicas y tres frailes franciscanos, llevó a cabo la Misión Franciscana de Misericordia en el Santuario de Yumbel, en la Arquidiócesis de Concepción. Esta misión se realizó entre el 17 y el 20 de marzo, coincidiendo con la segunda fecha de la festividad, cuando miles de peregrinos, en su mayoría provenientes de comunidades campesinas, llegan al santuario para agradecer los favores recibidos del joven santo mártir.
Por Enrique Astudillo Baeza, periodista
El equipo misionero estuvo conformado por los frailes Claudio Salgado, ofm, de la fraternidad de Parral; René Pesenti, ofm, de la fraternidad de Salamanca; y Luis Alberto Nahuelanca, ofm, de la fraternidad de Castro. Junto a ellos, tres laicas comprometidas con la parroquia San Francisco de Asís de Lorenzo Arenas, en Concepción, Gladys Valenzuela, Doraliza Alvarado y Magdalena Quijada, quienes realizaron visitas a enfermos, familias y ancianos, ofreciendo acompañamiento espiritual, la celebración de la Eucaristía y el sacramento de la Confesión.
“Es la fiesta del Yumbel chico, dado que la fecha original de la festividad es el día 20 de enero. El trabajo misionero en este lugar, como todo Santuario, que acoge la sed de Dios de los pobres y sencillos, sus clamores y necesidades, es muy simple, exigente y de gran aguante apostólico. Se trata de acoger a los peregrinos, ofrecer hospitalidad, posibilitar espacios y tiempos generosos de escucha, atención a todo lo que portan en sus corazones al llegar a este lugar de oración, celebrar con ellos el milagro de la vida, a veces golpeada por tantas situaciones de dolor, enfermedad, tristezas, desencantos, muertes, etc.”, detalló el hermano Luis Alberto Nahuelanca, ofm.
La Misión Franciscana de Misericordia nació como una respuesta al llamado del Vicariato Apostólico de Aysén, en la Patagonia chilena, que, a través de su obispo, monseñor Luis Infanti, solicitó a los Franciscanos de Chile apoyar a las comunidades más alejadas y con difícil acceso a atención pastoral. Desde el año 2023, esta iniciativa se ha extendido a lugares emblemáticos como La Tirana, en la Diócesis de Iquique, y Jesús Nazareno de la Isla de Caguach, en la Diócesis de Chiloé.
“Ha sido impactante el número de peregrinos en este Santuario y en términos personales, valoro la sed de Dios, la fidelidad a la promesa, la gratitud al Señor, el sentido del sacrificio, el deseo de reconciliación. En mis 27 años de sacerdote nunca había confesado y atendido en la conversación serena y acogedora a tantas personas y por tantas horas. Los Santuarios son espacios donde la gente busca refugio, atención y contención, escucha y respuestas a sus pequeñas y grandes inquietudes humanas y espirituales”, añadió el hermano Nahuelanca.
En el Santuario de Yumbel, la misión se enmarca en el Año Jubilar de la Esperanza 2025, reforzando el mensaje de fe y renovación espiritual. Los misioneros resaltaron el testimonio de San Sebastián, un joven soldado romano que entregó su vida por amor a Jesucristo en los primeros siglos del cristianismo. Según indicaron, su ejemplo es un llamado a vivir con valentía el Evangelio en tiempos de crisis de fe y desconfianza hacia la Iglesia.
En esa línea, el hermano Luis Alberto, resaltó. “La fe del Pueblo de Dios está intacta y su sentido de fidelidad y pertenencia es un claro testimonio que el Espíritu Santo tiene caminos insospechados para dar nueva vitalidad a su Iglesia. He aquí la misión evangelizadora de la Religiosidad Popular, la cual debemos acompañar con especial sensibilidad pastoral”, destacando la importancia del rostro femenino a la hora de acompañar, acoger y escuchar.
Los peregrinos que llegaron al santuario durante estos días manifestaron su devoción a San Sebastián, a quien consideran un santo milagroso y «cobrador», cumpliendo promesas y ofreciendo mandas en gratitud por las bendiciones recibidas. Para las comunidades campesinas, este espacio de encuentro espiritual es una oportunidad para fortalecer su fe y compartir sus experiencias de vida.
Con esta misión, los frailes y laicas reafirmaron su compromiso con los valores evangélicos, destacando la importancia de estar cerca de quienes más lo necesitan. «En un tiempo de desencanto y pérdida del fervor misionero, la figura de San Sebastián nos recuerda que vale la pena seguir a Jesucristo como Camino, Verdad y Vida«, expresó el hermano Luis Alberto Nahuelanca, ofm.