Con una eucaristía presidida por el Obispo de Illapel, monseñor Julio Larrondo, finalizó el domingo 28 de julio, la Peregrinación de la Virgen del Carmen de Salamanca. Parroquias, comunidades educativas, familias, niños y jóvenes, disfrutaron durante este tiempo del amor misericordioso y evangelizador de la Patrona de Chile.
Por Enrique Astudillo Baeza, periodista
En palabras del hermano René Pesenti, ofm, párroco de Nuestra Señora del Rosario de Salamanca, la ceremonia de clausura se realizó con mucho fervor y fe en la Plaza de Armas de la ciudad.
A lo anterior, agrega que la eucaristía fue presidida por el Obispo de Illapel, monseñor Julio Larrondo y concelebrada además de él, por los hermanos Franciscanos, Paulo Dierckx, ofm; Claudio Pumarino, ofm; Gerardo Flores. Acompañó también la misa, el padre Roberto Barco, párroco de la vecina localidad de El Tambo.
En su homilía, monseñor Julio Larrondo, invitó a los fieles a ser perseverantes en la oración y en el amor a María Santísima, escuchando siempre a Jesucristo.
El Coordinador de la Fiesta de clausura, José Peña González, agradeció en nombre de toda la hermandad a todos quienes ayudaron, cooperaron y participaron de la linda peregrinación con espíritu de evangelización.
“Agradezco a las tres parroquias (Salamanca, El Tambo y Chillepín); a los sacerdotes y religiosas Misioneras Siervas del Espíritu Santo; a los 20 bailes religiosos que expresaron a través de la danza, el amor y devoción a la Virgencita del Carmen; a las comunidades educativas, especialmente a los niños y jóvenes de distintos colegios y liceos; a la Municipalidad de Salamanca y servicios públicos; al comercio y oficinas de servicio a la gente y a todos los bienhechores, particulares, familias, grupos y movimientos, que trabajaron arduamente en este voluntariado de amor”, desglosó José Peña.
Por su parte, el hermano René Pesenti, ofm, agradeció el trabajo de la hermandad y evaluó positivamente los cinco puntos desafiantes para los hermanos que la integran.
Allí, valoró la pertenencia a la hermandad y a la Iglesia universal y particular. La espiritualidad, “la cual se fue fortaleciendo con retiros, oraciones, rosarios y Eucaristías. El trabajo en equipo, que, por supuesto, costó bastante servir en conjunto con la diversidad de carismas y talentos de cada hermana y hermano. El testimonio, tanto en los distintos lugares de la peregrinación, como en las fiestas litúrgicas, la atención a los enfermitos, donde se reveló la alegría y el júbilo de paz en la comunidad”, enumeró.
En síntesis, añade, “se logró la finalidad de esta quinta peregrinación de la Virgen del Carmen, que es que todos sus hijos salgan al encuentro de su Madre, expresándole el cariño y devoción con cantos, abrazos, oraciones y danzas. De corazón, agradecemos a todos los hermanos laicos y consagrados, que siguen sosteniendo esta gran “empresa” de evangelización y misión en el mes de julio. Seguiremos todos siendo una Iglesia viva, misionera, franciscana y carmelitana. ¡A Jesús por María!”, concluyó el hermano René Pesenti, ofm.