Este 4 de octubre, al mediodía, en el Templo San Francisco de la Alameda, se desarrolló la eucaristía que recuerda la vida de este santo que abrazó la pobreza por amor a Cristo y que reconoció a Dios en medio de la naturaleza. Diversas actividades acompañaron la festividad del Pobre de Asís.
Por Enrique Astudillo Baeza, periodista
Cabe consignar, que la misa fue presidida por Fray Miguel Ángel Ríos, op, del Convento de Santo Domingo, de la Orden Frailes Predicadores y concelebrada por el Ministro Provincial, Hermano Carlos Paz, ofm, además de diversos hermanos de la Orden.
“Nosotros, unidos este día a la numerosa familia Franciscana, también queremos celebrar y anunciar con gozo al mundo, la muerte y el paso a la vida de nuestro padre San Francisco. El recuerdo de aquel que murió cantando la hermana muerte y que, liberado por su pobreza, fue capaz de gritar con su vida y con palabra, la necesidad de la paz entre los pueblos”, fueron las palabras iniciales que invitaron a toda la asamblea a preparar el corazón para la santa eucaristía.
Vaciarnos para Dios
Si bien la eucaristía fue presidida por Fray Miguel Ángel Ríos, op; fue el Fray Alberto Wernly, op, quien realizó la homilía. “Es difícil predicar ante alguien tan simple y luminoso. Hoy es un día para alegrarnos y pedirle a San Francisco para que broten todos los frutos que Jesús quiere para nosotros. Dediquemos este ratito a contemplar a este ángel luminoso que Dios nos mandó a comienzos del siglo XIII y para que siga iluminando mucho”, precisó al comienzo de su exhortación.
Luego, recordó la estrecha relación de fe del Pobre de Asís con San Damián. “San Francisco era un hombre hecho oración, todo era oración, todas sus aspiraciones, todos sus amores, toda era oración. Francisco se hizo capacidad para Dios, se dejó vaciar totalmente y así empezó su conversión. Se despojó de todo, hasta del vestido. Hacía falta un signo radical para mostrar el amor a Dios, lo total que es el amor de Dios y lo total que debe ser la redención de nosotros; y así se quiso entregarse a Jesús, a ese Cristo que contempló manso en la cruz de San Damián en una capilla sencilla y media derrumbada”, continuó.
A lo anterior, Fray Alberto Wernly, op, agregó. “La pobreza, el silencio, todas esas cosas de la vida cristiana siempre son para ir al todo, son para dejarse llenar, y por eso al final de su vida, nos encontramos con Francisco totalmente rebosante. Dios, que es espíritu, llena mucho más, realiza mucho más que cualquier otra cosa. Por eso podemos ver los estigmas de Francisco no como un configurarse con Cristo, sino como unas aberturas de su cuerpo que no contienen ya su alma, sino que son aberturas que iluminan”.
Al final de sus palabras, Fray Alberto Wernly, op, enfatizó en que nada de lo anterior tiene sentido, si no tenemos claro el objetivo mayor. “Estamos en una época de guerras, de confusión, de división, de problemas a nivel internacional muy serios y a nivel local, y buscamos por todos lados soluciones. Contemplar a Francisco nos devuelve la esperanza de que, centrados en Dios, centrándonos en Jesús, vamos a encontrar la clave y la solución, y darnos cuenta de que no somos nosotros los que vamos a solucionar todo por nuestras fuerzas, sino que es Dios, a través de nosotros y con nosotros. Necesitamos vaciarnos con fe y con esperanza y caridad para que Él nos pueda llenar”, concluyó.
Don de Dios para el mundo
Al momento de la presentación de los dones y en el contexto de los 800 años de la Regla Bulada de San Francisco, se presentó la Regla de vida de los Hermanos Menores escrita por el Pobre de Asís, la cual orienta la vida y misión de todos los hermanos franciscanos repartidos por el mundo.
Vestirnos de Jesús
Antes de la bendición final, el Hermano Carlos Paz, ofm, también agradeció la presencia de todos quienes participaron en la Fiesta de San Francisco. “Qué bien nos hace estar y celebrar juntos”, señaló; ocasión en que también compartió una reflexión del Papa Francisco en la apertura del Sínodo de los Obispos.
“El Señor llama a la Iglesia a caminar siguiendo las huellas de San Francisco de Asís. Y como el santo de la pobreza y de la paz a despojarse de todo para vestirnos de Jesús. Francisco de Asís, en un periodo de grandes luchas y divisiones entre el poder temporal y el religioso, entre la Iglesia institucional y las corrientes heréticas, entre cristianos y otros creyentes, no criticó ni atacó a ninguno, sólo abrazó las armas del Evangelio: la humildad y la unidad, la oración y la caridad. ¡Hagamos lo mismo también nosotros!”, animó el Ministro Provincial.
Unidos al Pueblo de Dios
Entre las diversas actividades por la Fiesta de San Francisco, a las 16:00 horas, se llevó a cabo la bendición de animales en el frontis del Templo San Francisco de la Alameda y a las 19:00 horas en tanto, se desarrolló una procesión por las calles vecinas al sector parroquial. Todo culminó con una segunda eucaristía, presidida por Monseñor Alberto Ortega, Nuncio Apostólico en Chile.