Gracias por su acción generosa y evangelizadora día a día

En la Catedral Metropolitana, el cardenal Celestino Aós, Arzobispo de Santiago, presidió la eucaristía por la Fiesta del apóstol Santiago. La señora Gladys Aranda Ortíz, agente pastoral de la capilla San Felipe de Jesús, fue parte de este importante reconocimiento.

Al mediodía de este domingo 24 de julio, cientos de personas repletaron la Catedral Metropolitana para honrar al patrono de nuestra ciudad y también para reconocer a diversos agentes pastorales, laicos y religiosos por su servicio hacia los demás.

Para ser precisos, el nombre de la ciudad de nuestra capital y de la arquidiócesis metropolitana, corresponde al del apóstol Santiago- el Mayor-conocido así para distinguirlo del otro integrante de los doce apóstoles, Santiago el Menor.  Sobre este apóstol, se sabe que da nombre a numeras ciudades en diversos países y que es patrono de España. Se dice que nació en Galilea el año 5 AC y sus padres fueron Zebedeo y Salomé y fue hermano de Juan, entre otras cosas.

Fue en ese contexto, y como ya es una tradición, que se entregó la condecoración cruz apóstol Santiago a diversas personas que han contribuido significativamente con la arquidiócesis en su calidad de fieles laicos, sacerdotes y religiosos y llamados a la evangelización, la pastoral, la promoción humana, la educación católica, entre otros aspectos.

Así, entre los premiados de este año 2022 estuvo la señora Gladys Aranda Ortíz, de la capilla San Felipe de Jesús, perteneciente a la parroquia Patronato de San Antonio de Padua en Santiago Centro y quien ha dedicado su vida al apostolado misionero. “Le doy gracias a Dios por este regalo que me ha dado. Él guía nuestra vida. Es un gran honor representar a la mujer en este servicio. Me ha tocado ver muchos sufrimientos en mi labor, pero siempre sigo activa”, sostuvo Gladys al final de la misa.

La agente pastoral, valoró el reconocimiento y agradeció a Dios el memorial que llevará de por vida. “Siempre estoy al servicio de los más desvalidos y estamos muy pendientes de cada uno de ellos. Por eso es un gran un honor todo esto, pero no solo para mí, sino para ser cada día mejor hacia los demás”, detalló la señora Gladys.

Ella, en compañía de su familia y del párroco de Patronato de San Antonio de Padua, Ricardo Vásquez, representaron fielmente la labor de la Orden Franciscana en Santiago, extendida por sus presencias, a lo largo de Chile. “Es una alegría enorme para la comunidad parroquial y la capilla. Es un orgullo que sea reconocido su labor, su esfuerzo y su entrega no solo a la comunidad, sino que a la Iglesia de Santiago. Todos nos hacemos partícipes de esta alegría y este lindo regalo en este día de acción de gracias para ella”, expresó el párroco.

Patricia Mora Aranda, hija de Gladys, no cabía más de emoción por ver a su madre recibir tan bella distinción. “Es una gran alegría y que todo viene del Espíritu Santo. Una mujer fuerte y tierna a la vez, misionera por esencia, acogedora, valiente, llena del amor de Jesús. Una mujer y madre de convicción y experiencia del corazón, que desde niña gustó de las cosas de Dios y que nos transmitió y nos sigue transmitiendo ese amor de Dios. Siempre ha estado ligada a la iglesia, junto a mi padre fueron catequistas por más de 20 años, ministros de comunión y misioneros. Recuerdo que el ejemplo más profundo acerca de Jesús me lo enseñó mamá y papá estando atentos a las necesidades de las personas y desde que éramos pequeños con mi hermano vimos puesto el amor de Dios en acción, eso marcó mi vida”, repasó.

Estoy muy orgulloso de mi madre. Como hijo, ver a su madre que reconozcan su esfuerzo y el gran tiempo que destina por los demás es maravilloso. Yo lo he visto desde pequeño junto a la labor que hacía con mi papá que ya no está. Son un ejemplo de vida que nos entregaron como familia”, añadió David Mora Aranda, su hijo.

Una vida de amor al prójimo

La señora Gladys Aranda Ortíz desde hace 11 años, es agente pastoral en la Comunidad Semilla de Vida y es parte del Comedor Solidario de la Capilla San Felipe de Jesús, en ambos lugares, da lo mejor de sí misma, atendiendo con ternura a quienes van en busca de un plato de comida o en busca de un poco de tiempo, una mirada, una sonrisa. Además, participa en la Pastoral Carcelaria, ofreciendo este hermoso apostolado. En estos años de pandemia, ha seguido con su apostolado. Primero, acompañada por don Pedro Mora Iglesias, su esposo, quien hace dos años partió a la Casa del Padre, quien es un pilar fundamental en este reconocimiento por tan importante y abnegado servicio pastoral.