El Hermano Juan Rovegno Suárez desde la parroquia Patronato San Antonio de Padua, expuso el sábado 14 de noviembre, el legado del padre Orellana a la luz de la primera encíclica social de la Iglesia Católica.
Dentro del contexto que propuso el Hermano Rovegno para entender su exposición, destacó la Revolución Industrial como riqueza en manos de pocos, la industrialización, la confecciones en series, la explotación de los trabajadores, niños y mujeres, los horarios extensos y sin descanso, salarios mínimos, enfermedades, falta de seguridad laboral, habitaciones insalubres, fueron parte de ello.
A la luz de Karl Marx, (“El Capital” Tomo I), señaló que “las clases dirigentes no saben ofrecer remedios a los problemas del proletariado, sino paciencia y resignación”; y que el liberalismo económico de Adam Smith y de David Ricardo, “fueron un gran estímulo para los emprendedores, que encontraron una justificación, construida sobre bases científicas a sus ambiciones y egoísmos”.
Luego, distinguió cuatro características de esta doctrina:
1.- Amoralismo económico, considera la economía como completamente separada de la moral, por lo tanto, separada del respeto del hombre. Por lo que no se debe hablar de lo justo e injusto.
2.-La libre participación, separación de todo vínculo puesto a la producción y al mercado.
3.- La ausencia del Estado. El Estado liberal. Interviene tímidamente y tardíamente en Inglaterra en 1802, donde se prohíbe el trabajar sobre 12.00 hrs.; en Prusia 1819 se prohíbe trabajo a los niños bajo los 10 años; Francia 1841 se reduce a 8.00 horas el trabajo de los niños de 8 a 12 años y 12 hrs. A los jóvenes de 12 a 16 años etc.
4.- El Individualismo, se niega el contrato colectivo y de cada asociación profesional. Se reclama una absoluta libertad en los contratos de trabajo. Los operarios, aislados, privados de la única fuerza que tienen, el número, son por desgracia completamente en poder del emprendedor.
Sobre el rol de los laicos, manifestó que el socialismo utópico, como indican los escritores de los primeros decenios del siglo XIX, “proponen una solución de la Cuestión Social fundadas casi en puras teorías abstractas” y que Saint Simon, propone la colectivización de los medios de producción y el control de parte de los poderes públicos como un gran Estado industrial, que él llama “la fraternidad Universal”.
Respecto del sindicalismo, dice que nace en los primeros años del 1800 en Inglaterra y que sufre una doble evolución; “al externo en confrontación con el Estado y al interno con los operarios”, analiza.
A lo anterior, el Hermano Juan Rovegno, añade sobre la evolución externa, “se pasa de la fase de la ilegalidad a la de la tolerancia, con una libertad de acción admitida por la ley, y más tarde el reconocimiento jurídico, que atribuye al sindicato el regular los contratos de trabajo y admite el derecho a huelga”, afirma.
Respecto del rol eclesial y de la Iglesia, sostiene que fue un lento despertar de los católicos frente a los problemas sociales. “Surgen dos actitudes. La exhortación a la resignación, a la paciencia, a la aceptación de la pobreza, como valor religioso, acompañado de una acción limitada estrictamente al plano caritativo, que excluye cualquier reconocimiento de un derecho del trabajador”, lo cual se refutó como una acción subversiva del orden constituido por cualquier intento de modificar las estructuras burguesas-capitalista-liberal.
Por otra parte, cree que hay una lenta maduración, que lleva desde la concepción caritativa-asistencial a una acción propiamente social, “desde un plano netamente paternalista, después, gradualmente y no sin dificultad, con el reconocimiento de los derechos de los trabajadores, con la aceptación de la defensa colectiva de estos derechos”.
Ante la situación social que vivía Chile en esa época, el Hermano Juan advierte un hilo de sucesos lamentables como la Guerra del Pacifico-Guerra Civil de 1891; “la pobreza, miseria, migración del campo a la ciudad, hacinamiento de las familias(conventillos).1910 había 1600 conventillos, en los cuales habitaban 75.000 personas. Analfabetismo e insalubridad como cólera, viruela, tifus”, detalla.
Extiende los problemas a la riqueza distribuida en pocas familias, donde sobresalen los terratenientes y comerciantes, mineros e industriales. “Los estratos medios descendientes empobrecidos de los antiguos conquistadores, comerciantes, funcionarios y artesanos radicados en las ciudades. Inmigrantes y colonos extranjeros, que se radicaron en nuestro país”, desglosa.
Tras este recorrido, valoró la presencia de algunas personas claves como el Obispo Mariano Casanova, de Juan González, a la Orden Franciscana y la Venerable Orden Tercera, que fueron dando luces de espacios y lugares para que el padre Luis Orellana posteriormente, iniciara su trabajo social y pastoral.
Nace un Barrio Franciscano: El Patronato San Antonio
Al cierre de su presentación, el Hermano Juan Rovegno, reúne fechas y momentos que dieron vida a toda la obra del padre Luis Orellana. “Surge el templo alrededor las casas, nacen las Escuelas hombres y mujeres, de Manualidades, de Imprenta, el Policlínico José Pedro Alessandri, el Teatro, (que incluía obras de teatro, coros, ballets); Casa de recreación, salón de baile y salas de Pool, la presencia religiosa de Frailes Franciscanos-Religiosas (Verónicas, Adoratrices y Franciscanas de la Inmaculada de Valencia) y finalmente, la parroquia San Antonio de Padua el 6 de enero de 1922”, precisó.