Con un fuerte acompañamiento ante el dolor por la pérdida de seres queridos y un fuerte trabajo solidario hacia los más necesitados, la presencia Franciscana en Chiloé convive día a día en la región don el frio y el aislamiento son pan de cada de día.
La Isla de Chiloé se caracteriza por sus famosos palafitos de colores, mercados de artesanía, naturaleza y fuerte religiosidad. Recibe a cientos de turistas que llegan para conocer la cultura chilota y sus tradiciones. Sin embargo, más allá de su turismo, la Orden Franciscana en el territorio realiza un trabajo comunitario que se destaca entre sus habitantes.
Para el Hermano José Manuel Hernández, Guardián del convento Franciscano de Castro, quien asumió este año la presencia en el lugar, sostiene que ha sido un tiempo de felicidad, debido a su gente, su geografía, paisajes, clima, cultura, religiosidad y porque no decirlo, en sus ricas y típicas comidas. “La Isla de Chiloé te enamora”, resume.
Agrega, que lo más significativo en materia de hacer misión en Chiloé y sus alrededores, ha estado marcada por la pandemia. “Durante este tiempo diría y destaco dos cosas. Primero, significativo ha sido el acompañamiento en los momentos tristes de la vida en los funerales, que por lo demás, acá en Chiloé se viven de manera intensa, se acompaña al difunto y a sus familiares, se reza, se canta, en el fondo se está ahí. En segundo lugar, el de experimentar la solidaridad entre todos. Me da la sensación que, al no ser, en este caso Castro una megacuidad, te permite estar ahí, atento a lo que pasa y si puedes ayudar, ayudas”, desglosa.
“Los Castreños y el Chilote en general, son muy solidarios, no solamente entre los que asisten a la comunidad parroquial, sino que más bien, este valor ciertamente traspasa las creencias religiosas”, releva el Hermano José Manuel.
Para el Guardián del convento Franciscano de Castro, la relación con sushabitantes ha sido “intensa, fuerte, sencilla y muy profunda”, relata. Añade, que “Jesús Nazareno está en el corazón del cristiano. Las fiestas religiosas o patronales se celebran en grande, con músicos, con rezos, las iglesias se adornan con guirnaldas de ramas naturales. Todo ello, manifiesta esa fe que mueve el corazón, y que no se perderá. Yo en lo personal, he disfrutado estos momentos religiosos y me conmueve el corazón. Es esa fe sencilla pero tan profunda que te deja sin palabras”.
Respecto de cómo ha sido la ayuda que ha brindado la Orden en materia espiritual, pastoral y solidaria, el Hermano José Manuel, analiza que, si bienla pandemia ha golpeado a todos y muy fuerte, gracias a Dios y a los fieles laicos, la comunidad parroquial ha estado ahí al pie del cañón como lo señala. “En lo espiritual, nuestra vida parroquial a estado viva y despierta, acompañando y disponible a las necesidades de sus fieles. En lo pastoral, atendiendo todas las áreas en la dimensión sacramentales. Esto significa que la parroquia a estado funcionando en sus distintas catequesis, asistencia a los enfermitos, celebraciones de la Eucaristía, momentos de oración”.
Otro dato importante que agrega el Hermano José Manuel Hernández, es que en todo este tiempo no han cerrado las puertas. “Hemos estado ahí, acompañando a nuestra gente, por supuesto, respetando las normas sanitarias y haciendo buen uso de la tecnología”, donde manifiesta que la parroquia cuenta con una oficina de comunicaciones, que es llevada adelante por un grupo de jóvenes, encargados de lo audiovisual, “esto en tiempo de encierro, ha sido para mucho consuelo espiritual para el alma.
Finalmente, el Hermano José Manuel Hernández, Guardián del convento Franciscano de Castro, ensalza a la solidaridad como el gran valor que se debe destacar de la parroquia Apóstol Santiago de Castro, “pues, desde que comenzó la pandemia, se ha estado ahí, cercano y entregando ayuda a los más pobres de la cuidad. Esta ayuda fue muy concreta, almuerzos, canastas familiares, ticket de gas. Esto en escala menor se sigue manteniendo, pues en la actualidad ya la situación pandémica ha mejorado”, sobresale.
Por último, solo desea entregar un “gracias” a todos los fieles laicos. “Gracias a ustedes, el anuncio del Reino de Dios recobra fuerza y vida”, cierra.