Enclavados en una de las regiones más australes de Chile, con una vista privilegiada al mar y una mezcla de lo rural con lo urbano, además de lo antiguo con lo moderno, en la actualidad este hogar acoge a 35 ancianos vulnerables e intenta a diario darle esperanza hasta sus últimos días de su vida.
El Hogar de Ancianos San Francisco de Asís en Castro, tiene muchas particularidades. Junto con apoyar y cuidar a los más ancianos, mantiene tradiciones chilotas como la crianza de corderos- que sacrifican para el día del adulto mayor o para Navidad- crianza de gallinas e invernaderos, lo cual la hace muy particular en estos tiempos.
Margarita Calderón Pérez, lleva más de 12 años en el hogar y es la tercera persona que administra el lugar. Señala con orgullo que, dentro de sus 15 trabajadores actuales, hay personas que están desde sus inicios a fines de los 70. “Este hogar nació del amparo de los Franciscanos y siempre hemos tenido la misión de asistir a los más desvalidos y a aquellos ancianos que no tienen redes de acompañamiento”, relata.
“En el hogar viven muy bien gracias a Dios y gracias a la gestión que se realiza permanentemente con diferentes proyectos”, aunque advierte que una de las trabas que ha encontrado en este tiempo es el sistema de supervisión que las autoridades proponen para el hogar. “De alguna manera te cortan las alas y están constantemente supervisando diferentes autoridades y tenemos que cumplir diferentes objetivos y recursos y eso hace complicado el trabajo, porque las políticas públicas jamás se han preocupado que un hogar de anciano pueda cumplir todo esto”, manifiesta.
Con el paso de los años, Margarita también ha visto deteriorarse al hogar, lo cual complica muchas veces el diario vivir. “Acá llueve todos los días y por eso se producen socavones, roturas, entonces, siempre tenemos que estar pidiendo ayuda a la comunidad y lo bueno gracias a Dios, es que nos responden. Hacemos bingos, rifas virtuales y nos apadrinan hogares y fundaciones”, agradece.
Agrega, que esta es una vocación que nace del dolor de haber perdido a un hermano, pero que, en ese acontecimiento, encontró un motivo para salir adelante. “Uno descubre otras cosas con los adultos mayores, como ese amor puro, como de un niño y cuando uno descubre esa palabra tan manoseada que es el amor, uno lucha por ello”.
Margarita es muy clara al explicar que la realidad de los adultos mayores que viven en el hogar es bastante compleja. “Lo bueno que, en pandemia, nadie ha muerto de coronavirus en nuestro lugar, han estado contagiado, pero gracias a Dios no hemos tenido muertos, pero nosotros desde siempre hemos estado en cuarentena permanente por decirlo de alguna manera, ya somos invisibles para la sociedad”, analiza.
Mirada similar mantiene el Hermano José Manuel Hernández, Guardián del convento Franciscano de Castro y representante legal del Hogar de Ancianos, pues para él, el adulto mayor lamentablemente, se ve al parecer, excluido de la vida social “normal”, aunque también se vislumbra gracias a Dios, más conciencia que son el tesoro de una sociedad, país y región. “Creo que esto último, es lo que está en el corazón del Hogar de Ancianos San Francisco de Asís de Castro, reconocer en los abuelitos y abuelitas el gran tesoro, un gran patrimonio humano que debemos cuidar y amar. El esfuerzo humano que se hace para cumplir esto es grande, lo he visto”, observa.
Pidió, además, que esta obra de amor continúe en el tiempo, “cosa no siempre fácil, pues a veces los recursos económicos son escasos y este tipo de obras requiere recursos. “Esto no siempre es lo más importante, pero se hace necesario a la hora de una buena atención para los que allí viven, pues nos esforzamos por darle dignidad a todos los que residen de manera permanente en nuestro hogar”.
Por eso también aprovecha la ocasión para invitar a aquellos que puedan colaborar, “ahora no se puede con las visitas por la contingencia sanitaria, pero agradecemos también la ayuda económica. Los abuelitos se ven contentos, eso nos deja tranquilos, y siempre se está pensando en cómo mejorar su calidad de vida”, concluye.