
Aprovechando el rápido paso de Fase 2 a 3 que tuvieron en esta pandemia, la parroquia emplazada en la sexta región, aprovecha al máximo cada uno de sus días para poder realizar distintas actividades sociales y eclesiales y ser una luz de esperanza en medio de la desolación.
Caracterizado por ser un sector humilde, de clase media, pero también golpeados con el flagelo del narcotráfico y un porcentaje alto de cesantía, la parroquia San Francisco de Mostazal se reinventa poco a poco con aquellas iniciativas que le han dado un sello único en este pueblo heterogéneo y variado, según nos cuenta su párroco, el Hermano Sergio Villalobos.
“Somos el patio trasero de Santiago por decirlo de alguna manera, ya que hay mucha gente que trabaja en la capital, pero vive por acá, por lo tanto, la tarea es difícil, pues se convive con una diversidad de personas que en muchas ocasiones resulta muy pesimista y crítica del actuar de nuestra parroquia”, señala de entrada el Hermano Sergio.
Las catequesis de adultos, la primera comunión, servicios eclesiales, fúnebres, la ayuda solidaria por medio de mercadería a las familias más pobres y también para aquellos que viven momentos de enfermedad, son el foco al que apuntan para este segundo semestre, tras los buenos números que arroja la pandemia en nuestro país y que les ha resultado favorable al estar en Fase 3 en este momento.
Lo anterior es una gran responsabilidad, ya que la parroquia tiene una gran importancia en la comunidad de Mostazal, pues son los propietarios de los terrenos que hoy lleva el nombre de esa comuna y que llevan varios siglos evangelizando en la zona.
Prueba de ello, es que para el 16 de julio, en la Fiesta de la Virgen del Carmen, el Hermano Sergio y la comunidad parroquial, recorrieron los sectores aledaños llevando a la Patrona de Chile y regalando esperanza y fe a quienes estuvieron en las calles en esos momentos. “Estamos en un proceso de repunte para volver a trabajar de manera personalizada con la gente, sobre todo con los agentes pastorales, y poder retomar cosas que aquí en este pueblo son muy común, como las procesiones, las festividades, entonces hoy todo está detenido y eso a la gente también la paraliza”, analiza el párroco.
Abrir los espacios poco a poco es el mayor desafío que nos relata el Hermano Sergio Villalobos para lo que queda de este año. “Ha sido un tiempo de providencia, por un lado, porque nunca la Divina Providencia ha dejado de acompañarnos en todos los aspectos, pero también de ver el desencanto de la gente, la desesperanza de muchas personas y ver que para muchos ha sido un tiempo complejo».
Concluye: «La verdad es que, para mí personalmente, es un tiempo complejo, porque la pandemia vino a mutilar ciertas cosas que había en esta parroquia. Es una parroquia con bastantes dolores y ha costado poder sanar, ya que la pandemia provoca eso, que la gente se repliega. Por eso espero que este tiempo nos ayude a retomar con fe todo lo que nos caracteriza”, clama.