Con un trabajo enfocado en los migrantes y hacia los más necesitados, la parroquia que lleva el nombre de este santo en Iquique, trabaja día a día para ir en ayuda de quienes más lo requieren. Entusiasmo y coordinación, marcan la pauta entre los voluntarios y la fraternidad diariamente.
Las cuarentenas y la pandemia no han sido impedimento para que la parroquia San Antonio de Padua en el norte grande del país, vaya en ayuda constante de quienes más lo necesitan. La pobreza, la cesantía y la marginación de muchos migrantes, son el foco a los que apuntan desde la fraternidad, además de un trabajo comunitario entre todos los credos religiosos en Iquique.
“Acá estamos acostumbrados a que los días martes se da una bolsa de alimentos. Son personas que se han mantenido a lo largo del tiempo, ahora muchas veces la bolsa puede ser más grande que otras ocasiones, pero por sobre todo y gracias a Dios podemos ayudar, porque mucha gente que antes no tenía, ahora tratamos de aportarles con un granito de arena”, señala el Hermano Fernando Candia, párroco de San Francisco de Padua, quién recuerda que, para la Solemnidad de este santo, recibieron mucha ayuda en mercadería.
El hermano Fernando tiene claro que su llegada recién en marzo a Iquique ha sido un proceso de adaptación, ya que proviene desde el otro extremo del país: “En lo personal, ha sido una etapa de acostumbramiento por el clima. Concepción es una ciudad tan calurosa, salí con lluvia desde el sur y llegué acá con mucho calor, por lo tanto, el clima me ha hecho una desconocida y tuve una semana sin poder dormir”, cuenta.
Sostiene que este tiempo ha sido para conocer también al sector parroquial, ver los trabajos formativos que se pueden desarrollar desde la parroquia y trabajar de manera comunitaria con todos los voluntarios y agentes pastorales: “Una de las cosas que me ha ayudado mucho fue la ayuda espiritual, el ir a visitar enfermos y realizar responsos”.
Otra de las tareas que ha tenido que lidiar el Hermano Fernando tiene que ver con el trabajo con la gente. Agrega que ha sido clave tener reuniones presenciales y online, dependiendo de las etapas de fase que se encuentre la ciudad: “Gracias a Dios la misma gente me recuerda a diario que estoy haciendo una labor, ya sea confesando o ayudando a los más desamparados. El trabajo de ayuda hacia los migrantes también me ayuda mucho, ya que nos ha tocado atender a mucha gente, darles la bendición. Otros piden ayuda de alimentos o buscan información sobre su situación migratoria”, desglosa.
Confiesa, además, que para la Fiesta Patronal la gente se portó de muy buena manera: “Ayudo y pudimos organizar algo a pesar de la pandemia. Pudimos realizar una peregrinación de casa por casa con el santo, se realizaron las misas de acuerdo los aforos correspondientes y entregamos ayuda. Fue grandioso todo lo que se vivió ese día”.
Por último, uno de los desafíos que tiene el Hermano Fernando Candia junto al Consejo Parroquial es retomar la tradición de entregar desayunos a los más necesitados: “Eso es algo que queremos retomar, es una tradición muy antigua que se daba junto con la misa de las 8 de la mañana los días martes, y luego se entregaban desayunos. Entonces pensamos que, sin misa, igual podemos entregar desayunos, por lo menos para la gente de calle que más lo necesitan y también para los migrantes”, anhela.