Con almuerzos tres veces a la semana y un grupo de voluntarios y voluntarias que viven y encarnan la ayuda hacia los más necesitados, la parroquia Apóstol Santiago de Castro, a través de la espiritualidad Franciscana, vive en medio de la pandemia, un signo de fidelidad hacia el más pobre.
Si pudiéramos reflejar cómo se vive la solidaridad en la Isla de Chiloé, el pasaje de la viuda pobre- que da todo lo que tiene- sin duda refleja a la perfección esta realidad. Es que en esos bellos parajes y en el centro de la provincia de Castro, la parroquia Apóstol Santiago es un testimonio vivo del amor hacia los más desamparados.
Son 60 almuerzos cada miércoles, viernes y domingo, el signo más importante de esta parroquia de la Isla de Chiloé, la cual entrega este servicio en un sector dividido entre lo urbano y lo rural a gente en situación de calle y personas vulnerables, y todo gracias a la ayuda económica y en alimentos de la gente del sector parroquial.
“La parroquia desde el año pasado, viene viviendo un tiempo bien intenso a nivel social y durante este año, hemos seguido con este mismo ritmo, pero me llama mucho la atención la solidaridad de las personas, porque de una u otra manera, es la misma gente sencilla y que tiene varias necesidades, la que ayuda a los más pobres. Por lo tanto, la parroquia se ha destacado por lo social en este tiempo de pandemia”, nos cuenta el Hermano José Manuel Hernández, su párroco.
Es tanta la entrega y el apostolado hacia los más pobres, que en periodos de Fase 1 de pandemia, es la propia gente quien cocina en sus hogares y luego los hermanos van hasta sus casas envasan el almuerzo y luego lo reparten en la parroquia. “Nuestra parroquia ha podido cumplir con todo lo que tiene que ver en lo social y es lo que nos mueve, ya que es lo que nos manda el Evangelio, es decir, ir en ayuda, La pandemia si bien es cierto ha hecho más difícil muchas cosas, no nos ha detenido gracias a Dios”, dice Valentina Cárdenas, una de las voluntarias.
Junto a lo anterior, el Hermano José Manuel, detalla que la parroquia también mes a mes, realiza la entrega de una canasta con víveres a 60 familias vulnerables de diferentes sectores de Castro, ayuda que amortigua los dolorosos momentos que viven los hogares más desabastecidos de esta región del sur producto de la pandemia y la cesantía.
“La pandemia tiene que ayudar a hacernos más humanos, de poder empatizar con el sufrimiento y el dolor de los demás, incluso, aunque a nosotros nos falte, tenemos que ser capaces de compartir, y si tenemos, con más razón tenemos que ser más solidarios. Si no salimos de esta pandemia más solidarios, esto fue en vano”, anima e invita el Hermano José Manuel.
“Hemos tenido la suerte de coordinar bien los plazos, los tiempos de compra y las entregas para poder seguir llegando, como Iglesia, a tantas familias sufrientes en este duro tiempo de pandemia. Vemos como muchos han sido golpeados en lo emocional, en lo social, en lo afectivo y obviamente en lo económico, sobre todo en las zonas donde se agotan las fuentes laborales. No ha sido fácil, pero hemos podido llegar con un pequeño signo de ayuda solidaria, con una escucha, con una palabra y compañía”, concluye Valentina Cárdenas.