Comedor San Antonio evangeliza gracias a la ayuda desinteresada y la gracia de Dios

Casi en una tradición se ha convertido en Parral, la ayuda para diferentes personas y familias de sus sectores parroquiales. Ayudas desinteresadas de privados y de católicos comprometidos, hacen que cada Navidad sea un momento de providencia de Dios y de amor al prójimo.

Juntas de Vecinos, laicos, familias y particulares. Todos se unen a la hora de ayudar. Al menos así lo ve el Hermano Claudio Salgado, párroco de San Francisco de Asís en Parral: “La verdad es que la pandemia acá ha fortalecido la sensibilidad social en muchas familias. Por cercanía a los frailes o a la gente necesitada, hay un grupo de personas que siempre nos ayuda, pero en este tiempo los ha sensibilizado más y ha llegado mucho más aporte en ese sentido”.

Decenas de cajas de Navidad, juguetes y cientos de almuerzos y colaciones, son los memoriales que deja cada año la ayuda solidaria y fraterna que el comedor San Antonio de Parral guarda tras las maratónicas jornadas de recolección de bienes y alimentos.

Para el hermano Claudio, el factor de las redes sociales ha sido otro punto a favor para ellos: “Poder transmitir las misas ayuda mucho a que la gente sepa de esta realidad y nos ayuda. Nos piden cuenta dónde poder ayudar y es gente que no está ligada a la parroquia, por lo tanto, eso es muy bueno”, detalla.

“La ayuda no solo es para los más necesitados, sino que para todo el que necesite. El caso de los juguetes, por ejemplo, es para todos los niños del sector, ya que es una ayuda desinteresada y debe ir en bien de todos los niños y niñas del sector. Es ayuda que es de un monto muy elevado, es de una familia que todos los años ayuda sin ningún interés”, explica el Hermano Claudio.

Mariela Salazar, laica que permanentemente ayuda en el comedor San Antonio de Parral, cree que esta providencia desinteresada de muchos, es obra de Dios: “Sin duda, la pandemia nos mostró que no somos nada sin Dios, y eso se reflejó en el comedor y en tantas otras iniciativas que tuvimos como parroquia. Si bien poníamos todo nuestro empeño, no éramos capaces de abastecer o llegar a todos aquellos hermanos que más necesitaban, y esto, nos recordó que el amor de Dios es tan grande con los pequeños, que despertó la sensibilidad y solidaridad como nunca antes la habíamos visto”.

“Este año hemos sido bendecidos con tantos hermanos y empresas que de forma anónima nos han colaborado para hacer más digna la vida de aquellos que llegan a nuestro comedor”, resume alegremente.