
A la luz de la imagen de San Francisco y su gran legado que dejó para el tiempo de Navidad, la Familia Franciscana, celebró por adelantado, la Navidad 2020. En la ocasión, invitó por medio de la oración y entretención, a tener sueños de fe y esperanza en medio de los tiempos de pandemia que afectan al mundo.
Todo comenzó con la puesta en escena de las Hermanas Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón, quienes, por medio de diversos espacios de oración, llamados a la reflexión con textos bíblicos que reconocían a Jesús como el Salvador y a través de cantos, invitaron a sumergirse en la entretenida actividad online navideña.
El Hermano Isauro Covili, Provincial de los Franciscanos, señaló que la actividad apuntó a una invitación a sentirse hermanos y unidos, a vivir el misterio de la Navidad: «Navidad que nos une, que nos vincula, que nos permite hacer camino de fraternidad como el Papa Francisco nos ha invitado en su última encíclica. También a cultivar relaciones de amistad cívica como una exigencia del tiempo, no solo para nosotros, sino que también para todo el país, el mundo y para toda la Iglesia”.
El gran misterio de la Encarnación
El Hermano Lino Miranda desde Rapel, a través de una meditación sobre la Encarnación, profundizó en este misterio de amor. Allí, destacó la gran admiración de Francisco por este acontecimiento. A la luz de varios textos, reflexionó: “Así como Francisco tuvo una experiencia muy personal al contemplar la humildad del pesebre, cada uno de nosotros, también tiene una experiencia de vida, una historia y una mirada especial al contemplar la humildad de la Encarnación. Humildad que atraviesa toda la experiencia de vida de San Francisco. La relación que tiene Francisco con Jesús es sin duda una relación afectiva. Francisco se enterneció hasta tal punto, que creía firmemente sentir al niño Jesús cuando vivía la experiencia de la Navidad”.
Sobre la contemplación de Francisco de la persona de Jesús, añadió que “es importante destacar cómo Francisco se regocija al contemplarlo en aquella Noche Buena que la vivió en Greccio principalmente. Francisco se asombra con todo este misterio de la Encarnación, por el abajamiento, por el Dios con nosotros, por lo tanto, con su forma de vida, busca darlo a conocer”.
Agregó que “es una oportunidad para contemplar sencillamente en la pobreza, la grandeza de Dios, y la grandeza del hombre, y mucho más la grandeza de la creación. El pesebre como un gran icono, nos enseña a conocer el misterio de la Encarnación de una manera simple y sencilla”, relevó.
Antes de concluir su meditación, repasó otros aspectos relevantes, como la localidad de Greccio y su gran referente del nuevo Belén de San Francisco, la pobreza de la pesebrera, la celebración de la misa, los signos del heno, el asno, el buey, las luces, entre otros. Asimismo, animó a reflexionar sobre la importancia del pesebre en nuestros hogares, sobre la Navidad vista desde el consumismo en el mundo, el factor de la pandemia, donde las reuniones familiares y las liturgias se han visto restringidas.
Voces oyentes al amor de San Francisco por la Navidad
Paola Alarcón desde La Serena, le impresionó la humildad de Francisco y de cómo contempló la Encarnación en su vida. Además, agradeció todas las actividades que la Orden y la Familia Franciscana realizaron durante el año: “Ha sido un año en medio de la pandemia donde todos estos encuentros nos han ayudado, acompañado y formado y eso, es muy digno de valorar”, dijo.
Según el Hermano Miguel Ángel Ariz, “me ha resonado mucho el tema de la cotidianidad. La Navidad no como un paréntesis, sino como algo muy especial, pero que se asienta en lo cotidiano. El momento en que vivimos, el mundo, la pandemia, la iglesia, nuestras congregaciones están llenos de fragilidad y muchas veces, nos quejamos y ocurre que, en esta Navidad, lo importante es que se encarna Jesús”, resaltó.
Para la Hermana Rosa Oñate ofs, “la pandemia de alguna forma, nos fue condicionando, pero también, nos va a permitir que sea más sencilla, más centrada en lo que es el sentido real y no en lo material ni en lo comercial, elementos que van desfigurando la imagen que Dios que puso en nosotros cuando nos creó. Gracias a la pandemia, se nos permite recuperar este sentido de sencillez y de comunión en el compartir y valorar todo lo que tenemos y lo que somos”.
El Hermano Jack analiza que “todos nosotros estamos asombrados de lo que Dios hizo con nosotros y estamos llamados a transmitir la Buena Noticia a la sociedad para el futuro y tenemos que hacerlo todos juntos, como Familia Franciscana. Debemos alumbrar a nuestra sociedad, a su gente celebrando Navidad, porque cada uno de nosotros lleva una luz que alumbra”, manifestó.
Desde Turquía, la hermana chilena, Sor Miriam Oyarzo, describió cómo se está viviendo este tiempo de Adviento y de Navidad: “Estamos sufriendo las consecuencias de esta pandemia que afecta a nivel mundial. La situación está fuera de control. Es una Navidad muy distinta, porque siendo una presencia menor, acá la Navidad se vive distinta, ya que es un país musulmán, donde la iglesia es pequeña. Tendremos las misas a través de zoom, no podremos ir a misa a las iglesias. Estamos acogiendo a extranjeros que estaban en la cárcel y que, por tema de pandemia, le han dado la libertad y no tenían dónde ir, dormir y están viviendo en la parroquia y en el convento”, relató.
La Hermana Marcela Uribe, sobre el título de la actividad (“Camino a Belén se construye la paz), recordó que, en este tiempo, en el que debieron vivir al interior de sus conventos, “a nosotros que nos gusta el apostolado hacia afuera, nos dimos cuenta entonces cuál fue nuestro apostolado, que era vivir el interior de nuestras comunidades y quizás ahí, se hizo notar más nuestras fragilidades, nuestros roces, nuestras limitaciones y tratamos de crear fraternidad. Por lo tanto, ha sido un trabajo que nos ha ayudado a conocernos más profundamente. Hoy más que nunca, el Señor nos llama a hacer ese camino a Belén, pero a través de la paz”.
Desde Lituania, la Hermana Inés Portugal (Bolivia), desglosó que “la actividad me hizo mucho bien, porque acá es todo bastante diferente a la realidad que vivimos en América Latina. Esta Navidad sabemos que será muy difícil, muy triste, porque las iglesias están cerradas, vemos las misas por televisión, no podemos salir. Pero al mismo tiempo, tenemos que ver la esperanza, esa esperanza de poder encontrar a niño Jesús en este ambiente. Como latinoamericanos en este país donde la gente es tan fría, nos reconoce de inmediato por nuestro modo de hablar, por nuestro modo de saludar, por nuestra cercanía y afecto hacia ellos”.