Una ayuda de Dios, en medio de lluvias y heladas, hacia los más necesitados

Entre oraciones, rosarios y eucaristías radiales, la parroquia Nuestra Señora de La Candelaria en la localidad de San Pablo en Osorno, hoy en día, tiene una ayuda que, sin duda, está amortiguando las necesidades de más de 80 familias de esos sectores rurales.

La pandemia en la comuna de San Pablo no solo ha traído malas noticias. La necesidad de tener que reunirse de manera virtual, se ha transformado de paso, en una ganancia para muchos. En un esfuerzo enorme y mancomunado entre laicos y religiosos de la comunidad de Nuestra Señora de La Candelaria y acatando las medidas sanitarias de la crisis sanitaria, nació la necesidad de ir en ayuda de las seis comunidades rurales que rodean este hermoso lugar de la Región de Los Lagos.

Si bien la visitas a enfermos era primordial para religiosos y laicos que componen la parroquia, la pandemia también trajo la idea de ayudar por medio de distintas campañas de ropa, alimentos, leña – incluso de papas- a las familias más necesitadas del sector.

“La gente aquí es muy solidaria, muy generosa. Ella es la que comparte por las redes las formas de ayuda y así llegan hasta acá a dejar las ayudas y nosotros de inmediato salimos a repartirla”, explica el hermano René Pesenti, Guardián del Convento inmaculada Concepción en Osorno.

Es tanta la comunión entre laicos y religiosos, que un vehículo puesto por el convento, es manejado por estos laicos y desde abril y sagradamente, todos los días, recorren estos pasajes rurales entregando una ayuda concreta de distintas índoles.

Ayuda que no sólo llega lo más necesitados, sino que aquellos que se han visto afectados por la cesantía y reducción de sus sueldos producto de esta pandemia: “Acá hay un factor aparte de la pandemia que es el clima. Acá hay mucha lluvia, mucho barro, frio, vientos que afectan también a las familias y a los adultos mayores. Entonces, a ellos vamos”, relata el hermano René Pesenti.

Toda esta realidad sin duda es un signo primordial para que el hermano René sienta que Dios es quien lidera todas estas iniciativas: “Cuando uno trabaja para el Señor es a tiempo y a destiempo. A tiempo, es cuando todo anda bien y a destiempo, como ahora, es cuando ocurren situaciones irregulares y a eso, le hemos sacado el máximo provecho para estar más entre nosotros, fortalecer la espiritualidad y estar más cerca de la gente”. 

Por eso, sigue viendo con esperanza como de las seis comunidades rurales que rodean el sector parroquial, en muy poco tiempo, ya han logrado llegar a cuatro de ellas, y que cómo gran mérito de Dios, pronto completarán las faltantes, aumentando la ayuda a más de 80 familias.

Erwin Catalán llegó el año 2000 a la parroquia y nunca ha dejado de prestar un servicio. Los jóvenes siempre han sido un espacio donde ha podido ver cómo Dios lo pone como instrumento evangelizador y ahora en este tiempo, con mayor fuerza, a través de la ayuda a las familias más necesitadas: “Para mí, es súper importante poder aportar, porque no sólo estamos llevando alivio material a la gente, sino que también alivio espiritual. La verdad que ha sido súper interesante todo esto de lo virtual, porque se han conectado gente de otros lugares fuera de San Pablo y eso muy gratificante para el alma, sobre todo, en este tiempo de pandemia que estamos tan encerrados. Ha sido muy gratificante saber que otras personas también puedan recibir nuestra ayuda”, reflexiona.