Reflexiones sobre el Derecho en las Familias y su aporte en tiempos de coronavirus

Me han ofrecido escribir para la página de los Hermanos Franciscanos y con gusto, he aceptado compartir algunas de las reflexiones en este tiempo de coronavirus que nos ha tocado vivir. Me he propuesto escribir en torno a la familia y, como abogada, también sobre el derecho de familia.

El pasado 18 de marzo, a raíz de esta epidemia mundial del Covid-19, el gobierno decretó estado de catástrofe, tomando una serie de medidas destinadas a evitar su contagio, entre las cuales la de quedarnos en la casa, que parece ser la más acertada y la que más ayudará en la prevención. Sin embargo, esta decisión también ha implicado algunas consecuencias que han afectado a las familias y que hacen necesaria una nueva mirada sobre esta institución y la mejor manera en que pueda ser ayudada y protegida, fundamentalmente en estos momentos de peligro.

Todos provenimos de una familia que, con sus virtudes y defectos, es el lugar que nos recibe a esta vida y nos entrega lo necesario para poder “alumbrar” a este mundo, dicho esto en relación a cuando la mujer da a luz. Es el lugar, la familia también, donde se forja nuestra personalidad, desde los afectos más profundos y que puede estar constituida también solo por la madre o el padre con el hijo, o la abuela, o la tía, o solo los hermanos. Si pensamos en una familia dañada por distintos problemas que van desde la incomunicación, problemas económicos o la violencia, puede ser un lugar de desencuentros que pueden llegar a ser tan graves, como el lugar donde se perpetren delitos.

De ahí la necesidad de una constante mirada y protección hacia la familia. Pues bien, esa necesidad, en este tiempo de coronavirus, se hace más urgente que nunca. Es la familia la que nos sostiene, protege, ampara y soporta, pero si no tiene raíces profundas donde apoyar esta tempestad que se nos viene como son los efectos emocionales, laborales, económicos y relacionales que dejará esta pandemia, se verá indefectiblemente agrietada o fracturada por esta situación que no sabemos cuánto más durará.

Si revisamos la realidad actual de algunos hogares, vemos que el trabajo desde la casa, puede resultar angustioso si ha de combinarse con el trabajo de la casa, o el tener que compartir computador y en caso que exista esa posibilidad, porque, donde no hay computador, ni se puede trabajar, ni los hijos pueden estudiar. Como los hijos han quedado en la casa con la suspensión de clases, los padres o hermanos también deben cumplir ahora, la labor de profesor. Si a todo esto agregamos espacios reducidos, o también si hay niños pequeños, la sensación de estrés y agobio aumenta, como también si las labores de casa no se comparten. En el caso de los que salen a trabajar, lo hacen con el riesgo del contagio y los hace llegar estresados a casa. Finalmente, los que no pueden trabajar ni fuera ni dentro de la casa, sufren además las consecuencias económicas que eso conlleva. Todo esto, sin olvidar la angustia de que alguno contraiga el virus o que finalmente fallezca.

Ante este escenario, los problemas pueden traducirse en distintos ámbitos, desde el aumento de separaciones o divorcios, como ya ha sucedido en países extranjeros, como también la violencia intrafamiliar, que no siempre es denunciada. En el caso de los hijos de padres separados, el cumplimiento de la pensión de alimentos, también puede llegar a ser un problema, ya que el alimentante puede que haya perdido su empleo y no cuente con ingresos; sin embargo, el menor no puede dejar de alimentarse y, adicionalmente también, está el derecho del niño de compartir con el padre con quien no vive.

Toda esta problemática requiere sin duda una respuesta de parte de las autoridades, la sociedad, la legislación y también desde el derecho, donde tendremos que incorporar todos los conocimientos nuevos, como cambios en el ejercicio ya sea como operadores, como litigantes o como funcionarios de tribunales. Por ello, también la necesidad de la innovación en los tribunales de familia, como la tramitación electrónica que ya es una realidad implementada por el poder judicial, fijando audiencias de manera virtual.

La necesidad de actualizarse en estos conocimientos para el servicio que presta el derecho en favor de las familias, debería ser sin olvidar los principios del Derecho de Familia como son, la protección de la familia, del matrimonio, y del más débil en las relaciones de familia. Para poder avanzar se requiere fomentar el compromiso y la conciencia de una solidaridad de parte de todos los entes de la sociedad, desde la más alta autoridad hasta el más pequeño de nuestra casa. Todos nos tenemos que acomodar.

En este punto y como una forma de reforzar a las familias y propender a su robustecimiento, no olvidemos el rol que la Iglesia como madre ha desarrollado desde siempre en pro de la familia. Y también la Iglesia, como familia, sufre con todo este escenario. El Papa, en un mensaje a las familias que atraviesan la cuarentena por coronavirus, pide superar juntos la angustia de este tiempo, mostrándose muy preocupado por los efectos y destaca las distintas formas de solidaridad. El Papa reza también por la paz de las familias y por la creatividad.

Es esa creatividad la que también pedimos que pueda surgir en los distintos hogares, para poder llevar adelante este tiempo de peligro, también a los tribunales que tomen las mejores decisiones, no de forma mecánica, sino que, revisando cada caso en particular, aunque ello requiera más trabajo, más horas o más dedicación, para reparar o construir relaciones de amor en la familia o bien, fomentar la buena comunicación en las familias separadas promoviendo acuerdos.

Le pedimos a la Sagrada Familia, que proteja y sostenga especialmente en este tiempo a las familias que más sufren las consecuencias de esta pandemia, aquella Sagrada Familia que San Francisco de Asís, tres años antes de morir, quiso plasmar en el pesebre como memoria del Niño que nació en Belén.

María Marcela Corvalán Palma

Abogada Universidad de Chile

Auditora Procesos Matrimoniales

Tribunal Eclesiástico de Santiago