
Rodolfo Nuñez Hernandez
Psicólogo. Doctor en psicología
Docente Universidad Finis Terrae
EL DOLIENTE
Pasarán estos días como pasan
todos los días malos de la vida
Amainarán los vientos que te arrasan
Se estancará la sangre de tu herida
El alma errante volverá a su nido
Lo que ayer se perdió será encontrado
El sol será sin mancha concebido
y saldrá nuevamente en tu costado
Y dirás frente al mar: ¿Cómo he podido
anegado sin brújula y perdido
llegar a puerto con las velas rotas?
Y una voz te dirá: ¿Que no lo sabes?
El mismo viento que rompió tus naves
es el que hace volar a las gaviotas
Oscar Hahn- Premio nacional de literatura 2012
Desde el inicio de la humanidad, la convivencia con lo que nos amenaza, resulta ser una constante con la cual hemos ido construyendo nuestra convivencia y nuestra cotidianeidad. La relación con enfermedades contagiosas es frecuente y nuestras formas de enfrentarlas tienden a seguir un patrón común , en donde el miedo , se impone con su fuerza primitiva e irracional, expresándose con formas que que van desde una reacción catastrófica y fóbica, hasta una suerte de negación maníaca, desplegando una exposición frontal e innecesaria a lo que origina este miedo.
El miedo como emoción tiene tres expresiones que le son características, la primera de estas es el Huir. Esta forma es es la más fácil de reconocer, pues en nuestro caso se pudo apreciar en la salida de las grandes ciudades para ir hacia las segundas viviendas – con el peligro que esto entrañaba – y en su versión más adecuada, toma la forma de quedarnos en la casa y evitar el contacto social – algo muy valioso por lo demás-.
Una segunda formula del miedo corresponde al hecho de Paralizarse – no tomar acciones que correspondan a la gravedad de lo que estamos viviendo, no desplegar comportamientos de autoprotección y de protección para con los suyos. Esto se aprecia en personas que no se exponen activamente a condiciones de riesgo, pero que si les toca participar de aglomeraciones – por ejemplo- , no despliegan ninguna protección al respecto. No saben cómo actuar frente a dichos casos.
La tercera expresión del miedo irracional, es la Agresión, – usted sabe que un animal asustado es muy peligroso porque te puede atacar y dañar- , es lo que observamos en la reacción de alcaldes que buscan impedir el acceso a sus comunas de ancianos con riesgo de padecer Covid-19 o las prácticas de los vecinos de las comunas costeras , que levantan fogatas y barricadas en los caminos de acceso a sus pueblos, para impedir que sus vecinos de verano vengan a sus casas, sobrepoblando estos territorios.
Pero nuestro comportamiento frente a eventos amenazantes no se agota en reacciones puramente emocionales, sino que también observamos que en el natural intento de reducir el impacto irracional del miedo, las personas hacemos un esfuerzo por elaborar una lectura con componente racionales de lo que está ocurriendo , para ello nos esforzamos por conocer y controlar lo que ocurre en nosotros y en nuestro entorno.
La primera es estas formulaciones , se reconoce en el esfuerzo por contar con información sobre lo que está ocurriendo en el entorno , para de ese modo poseer perspectivas de cómo actuar . En esa búsqueda, surge la sobrevaloración del rumor , como formula por saber más y mejor de lo que está ocurriendo. Una expresión de este mecanismo se observa en la proliferación de las denominadas “fake-news”, es decir noticias falsas que vienen a cubrir esta búsqueda de información que reduzca nuestro temor.
Para lograr equilibrar la natural y muy racional demanda de antecedentes de lo que ocurre, con el miedo de lo amenazante, que hace que sobrevaloremos los rumores y las noticias falsas, revise la información que le llega en las fuentes oficiales, tales como televisión abierta, datos del gobierno, nacional o local y valide aquellas que aparecen citadas en estas distintas fuentes. No valide relatos de lo que estaría aconteciendo sin antes haber corroborado estos, en los canales aprobados para ello, de este modo tendrá un procedimiento que le dará mayor tranquilidad y reducirá su incertidumbre.
Una segunda expresión de este intento de equilibrar lo racional con lo irracional, es la pregunta por el estado de nuestra salud. Si la aproximación a la respuesta de esta pregunta, esta inundada de factores emocionales, entonces surge con fuerza una suerte de Comportamiento Hipocondriaco, en donde una sobre atención a eventuales síntomas de mi cuerpo o de mi funcionamiento mental, lo relaciono con una enfermedad en curso y de características graves. Expresiones habituales del funcionamiento corporal, tales como dolores menores, sensaciones difusas de cansancio, problemas de concentración o de memoria, variaciones mínimas del ánimo o similares pueden y son valorados como expresiones de un problema de salud inminente o francamente en curso. Nuevamente acá lo que está produciéndose es un esfuerzo que realiza el sujeto por reducir factores de incertidumbre y para ello cree saber lo que le está ocurriendo – se ha enfermado o está por hacerlo y eso le entrega por una parte la sensación de saber lo que ocurre y por otro lado se le aumenta la angustia, ante la eventual enfermedad que estaría padeciendo.
Para aminorar esta situación, es conveniente que recuerde que sólo en casos muy excepcionales enfermedades de importancia se manifiestan en periodos breves y de ser así los síntomas son muy evidentes. La probabilidad de que eso le esté ocurriendo es muy escasa , pero aún así, recuerde que los servicios médicos siguen atendiendo y que su salud no se encuentra desprotegida.
Otro esfuerzo de regular el miedo que nos provoca la pandemia se aprecia en el “ Encerrarnos entre nosotros”, lo que va más allá de quedarnos en la casa – por las restricciones de desplazamiento- sino que implica que sólo aceptamos como válidas interpretaciones y soluciones a los diversos acontecimientos referidos a la crisis, de aquellos que encontramos cercanos a nuestras posiciones, ya sean políticas o religiosas e incluso de nuestra clase sociocultural. Si es “gente como uno”, quien lo dice, entonces se le concede visos de veracidad. De este modo se lidia con la incertidumbre que comporta asumir perspectivas disonantes a las que poseemos y nos reconforta sentirnos validados, nos seguriza confirmar que “otros”, piensan como yo . Como es obvio, esta fórmula , aumenta la probabilidad de tomar decisiones equivocadas, pues no incorpora la corrección necesaria y deseable que la perspectiva del que disiente de mi percepción me provoca. Elija entre quienes sean distintos y distantes a usted , a aquellos cuya opinión le concederá valor complementario y/o correctivo de lo que usted piensa, eso le ayudará a cometer menos errores y le permitirá sortear con mayor probabilidad de éxito esta exigencia que la vida nos ha planteado.
Surge naturalmente como otra expresión de lo planteado, “el esfuerzo constante de pensar en el largo plazo”, y en este movimiento se pueden observar los elementos del carácter que le es propio a cada sujeto. Entonces, se producen proyecciones pesimistas u optimistas sobre tópicos claves para las comunidades y los individuos. Estas aluden a lo relacional – ¿quiénes seguirán vivos y sanos? – y a lo económico – ¿seguiré con trabajo y contaré con recursos para llevar la vida adelante?- . Preocuparse por como viene el futuro, es un movimiento de nuestro psiquismo, que ocurre habitualmente , de modo tal que procurar no realizarlo y centrarse sólo en el presente, en el día a día, es algo que requiere de un entrenamiento especial y de una filosofía existencial que lo sustente. Si usted no cuenta con esa posibilidad , es mejor que busque confrontar sus expectativas con aquellas personas que le brindan confianza y que suelen tener una perspectiva distinta a la suya, es decir, si usted es pesimista converse con alguien optimista y lo contrario también es necesario y válido. De ese modo su juicio tenderá a ser más realista y podrá alcanzar mejores opciones para prever lo que podría acontecer.
Otro aspecto que debemos considerar en las actuales circunstancias es el que se desprende de la condición de Encierro , en que se encuentra un número importante de personas, dado las características de este contagio. Es frecuente que el prolongar el confinamiento provoque reacciones de Ansiedad y/o Depresión en las personas que se encuentran sometidas a este trance. Estas expresiones de la vida psíquica acarrean sufrimiento personal y también a las personas que interactúan con quien está presentando esta sintomatología, pudiendo afectar significativamente las dinámicas relacionales entre quienes comparten la vivienda e incluso entre quienes se relacionan estrechamente por vía remota.
Para reducir la probabilidad que presente estos síntomas, es conveniente aprender a administrar , entre otras cosas , el aburrimiento y la frustración , para lo cual planificar el día incluyendo cargas de trabajo, respecto de tareas que evidentemente reporten beneficios a la vida del hogar y a la personal, es imperioso. Junto a lo cual se debe procurar tiempo para lo recreativo y lo vincular. Volver a jugar juegos de mesa, es una opción que considera estos dos últimos puntos. Orar en familia, puede ser un poderoso factor de encuentro y de sentido que reduzca la insatisfacción. La idea es : Organiza el día, planifica las actividades y eso reducirá los costos asociados al tedio y a la sensación de vaciedad y sin sentido que se puede experimentar.
Se debe aprender a controlar la sensación fantasiosa que nos faltarán bienes básicos referidos a la alimentación y al cuidado personal, toda vez que las cadenas de distribución y ventas no están alteradas y se puede acceder a estos productos con muy escasa dificultad. Hagan una revisión detallada de los consumos familiares y/o personales y eso reducirá el factor de ansiedad difusa que nos hace comprar más de lo necesario y de lo que probablemente vayamos a consumir.
Junto con esto, conversaciones realistas con relación a lo que está ocurriendo y los recursos personales y familiares con los que contamos, nos permiten reducir o evitar las Conductas de pánico, que sólo aumentan la incertidumbre y acarrean dolor para los que las presentan y quienes conviven con ellos. Si se sienten inundados por pensamientos y sensaciones amenazantes, conversen de estas con aquellas personas que les brinden contención y confianza, eso reduce la angustia y evita realizar acciones descontextualizadas.
Otro punto a cubrir en situaciones de pandemia y encierro refiere a la instalación de la Desconfianza, con la información que las autoridades nos entregan. Se producen temores que no nos entregan datos fidedignos , que los antecedentes están sesgados , que nos ocultan información. Esto se puede reducir buscando distintas vías formales de allegar antecedentes, lea, escuche noticias, vea los noticieros, fórmese su propia perspectiva y converse con aquellos en los cuales confía, de ese modo se responsabiliza por mantenerse bien informado y no cae en otra sensación de amenaza, la que se desprende de la desconfianza, cual resulta ser “ me están engañando”. No sufra si lo puede evitar, busque lo que quiere saber, evalúe la veracidad de lo que recoge y comparta y reciba opiniones al respecto.
Para completar estas reflexiones , debemos considerar que, si nos situamos en la perspectiva de que el coronavirus nos atemoriza, entonces debemos prestar atención a como reaccionamos frente a este temor . Lo primero que debemos considerar para evaluar nuestra actuación es como estamos manejando la reacción emocional que nos provoca esta pandemia. Miremos la Intensidad de nuestra reacción, ¿ es adecuada a lo que efectivamente está ocurriendo en mi entorno inmediato?, digo: me comporto de acuerdo con lo que la situación amerita Estoy sub reaccionando – no me cuido , me expongo innecesariamente- o Estoy sobre reaccionando- me declaro contagiado sin signos que lo justifiquen, temo a todo vínculo sin que las personas se hayan expuesto a eventuales contagios- .
Otro aspecto que deberé cuidar refiere a la duración y modo de expresar mi miedo . Es decir, mi respuesta de temor dura por mucho más allá del momento en que pudo haber producido una situación real de amenaza y mis comportamientos son de una forma apanicada, que no permiten gestionar el manejo de lo que ocurre, entonces me estoy dejando superar por la situación y efectivamente lo que acontece se puede escapar de mi control. En el otro polo , una respuesta inadecuadamente breve y que minimiza lo que acontece, me expone a escenarios riesgosos con implicancias para mi salud y para la salud de quienes me rodean.
En diálogos familiares y comunitarios, en donde tengamos presentes los criterios acá referidos , podremos calibrar adecuadamente nuestras reacciones y procuraremos los comportamientos apropiados, para superar con éxito los tiempos difíciles que nos toca sortear.
Finalmente , esta experiencia deberá ser reflexionada en clave del sentido de lo que está siendo vivido, ¿qué nos está aportando esta exigencia vital?, ¿qué estamos aprendiendo con lo que acontece? y ¿cómo nos puede aportar para un mejor vivir, con nosotros mismos, con nuestros familiares, con nuestros semejantes, en nuestra sociedad? . Llevar adelante esta tarea, nos permite completar la experiencia y puede reportarnos valiosos aprendizajes personales y comunitarios, evitando de este modo un sufrimiento – como el que estamos viviendo- , experimentado , como algo estéril y carente de significado alguno.