Tras un proceso de postulantado de un año y siete meses en Rapel de Navidad, el hermano Pablo Rojas ha partido al Perú para comenzar su etapa de Noviciado.
Cuando tenía 19 años conoció el carisma franciscano, gracias un campamento que vivió junto a las hermanas misioneras catequistas de Boroa. Cuenta que ahí se encontró con San Francisco, “este hombre que entrega todo para seguir a este Señor pobre y crucificado, dejando a su familia, dejando sus privilegios, dejando estos afanes de ser caballero para convertirse en un pordiosero que quiere llevar el Evangelio y vivirlo a toda costa”, cuenta Pablo.
Tras vivir esa experiencia, ingresó a la universidad a estudiar Derecho y optó por la vida laica. No obstante, a sus 29 años comenzó a sentir un vacío existencial que no le permitía encontrar sentido a su vida. Así, luego de asumir un servicio espiritual en su parroquia y vivir un ejercicio espiritual, volvió a reencontrarse con el carisma franciscano y comenzó su proceso de discernimiento.
Así, tras un camino de reflexión en el que estuvo acompañado por el hermano Felipe Márquez, Pablo decidió ingresar a la fraternidad con su proceso de postulantado, y este 2020 comenzó el Noviciado en la Orden Franciscana.
El proceso del Noviciado, es un período de intensa formación, que tiene como propósito que los hermanos conozcan y experimenten la forma de vida de Sn Francisco, “que conformen con su espíritu la mente y el corazón, y que, verificada con mayor seguridad la llamada del Señor, puedan ser comprobados su propósito y su idoneidad.» (CC.GG 152)
Según explicó el hermano Isauro Covili, ministro provincial de la orden, este proceso se está realizando de manera interprovincial junto los hermanos de Perú, y con presencia de otras provincias de américa latina. “Son provincias de hermanos menores, con las mismas reglas, y en términos formativos, estamos en esta búsqueda de ayudas mutuas para este proceso. El ingreso y celebración de hermano Pablo fue el tres de enero en la ciudad de Ocopa, donde ingresó junto a otros 13 jóvenes. Hay hermanos de Perú, Venezuela, Nicaragua, Paraguay, que vivirán juntos esta experiencia formativa que se extenderá por un año”, comentó.
Para Pablo, ha sido un tiempo de vida fraterna, en la que ha podido compartir con hermanos de distintas nacionalidades, aprender de ellos y vivir juntos los carismas de San Francisco. Hoy cuenta que en este corto tiempo se ha dado cuenta de lo mucho que ha crecido. “Hoy siento que los vacíos que tenía se han ido completando, que el Señor se ha encargado de hacerme un hombre más pleno, y que todo esto debo vivirlo como un camino donde el Él es mi compañero”, expresó.