Chile despertó… no estamos en guerra

En los últimos días el pueblo de Chile ha vivido una transformación que podría describir anímica, que va de la resignación y pasividad social a la rebeldía y acción contra un modelo que ha causado una gran desigualdad en la distribución de los bienes y recursos de esta porción de tierra que llamamos Chile, desigualdad del acceso a la Justicia, Educación, Salud, Pensiones para la vejez y tantas otras demandas antes situaciones que provocan una mayor pobreza y una calidad de vida de esclavos, sometidos al mercado que enriquece cada vez más a los pocos que se benefician en base a una estructura que abusa de la mayoría habitantes del país.“No estamos en guerra”, fue la reacción ante el discurso de odio que se quiso instalar por parte de la autoridad, expresado en la instauración del estado de excepción, enviando a las fuerzas armadas a las calles, con toque de queda, en la represión de las manifestaciones, en la indefensión de los más pobres. No estamos en guerra, porque buscamos la paz a través de una sociedad justa, porque queremos terminar con la violencia que sufrimos diariamente de vivir con la angustia de no saber cómo llegar a fin de mes. No estamos en guerra, porque no existe el enemigo interno, sino hermanos y hermanas que buscamos mejorar las condiciones de vida. No estamos en guerra por no queremos saqueos en los barrios ni en las leyes que permiten a los poderosos beneficiarse.

La Iglesia de Chile, esta llamada a vivir plenamente nuestra misión, proféticamente proclamar el Reino de Dios y su justicia, llamando a la “conversión ecológica” de nuestra estructura social. Los Hermanos Menores de Chile, estamos llamados a dar testimonio de fraternidad y servicio en medio del pueblo de Dios, promoviendo la justicia, la paz y la custodia de la creación, construyendo comunidades participativas, dialogares y ministeriales, al servicio del Señor y la humanidad. Sembradores de esperanza, capaces de recuperar la fe en la conversión del otro, venciendo la desconfianza que nos cierra al encuentro, al diálogo y la aceptación de lo distinto, haciendo posible construir la unidad de lo universal, respetando la diversidad.

Que el Señor nos dé su paz.

Fr. Maximo Cavieres, ofm

Responsable Oficina JPIC – Chile