Miles fueron los fieles que durante este tiempo jubilar, pidieron la Indulgencia Plenaria para el perdón de sus pecados.
Fueron 365 días de gracias para la familia franciscana, y para todos los feligreses que visitaron el templo. Tiempo en que los habitantes de Santiago celebraron los 400 años de la iglesia más antigua de la ciudad, con el perdón y la misericordia de Dios.
La celebración del Año Santo comenzó el 23 de septiembre de 2018 con la apertura de la Puerta Santa. Un signo jubilar, que junto al cumplimiento de otras condiciones sacramentales, permitiría a todos los fieles optar por la remisión temporal de sus pecados.
Por ello, fue un tiempo de renovación en el que los cristianos que acudieron al templo arrepentidos de sus faltas, cruzaron la puerta, cumplieron con la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa Francisco, pudieron obtener la Indulgencia Plenaria, como gracia de este periodo de celebración.
“Pedí la indulgencia varias veces, lo hice por mí y en otros ocasiones por mis familiares y amigos fallecidos. Por eso varias veces crucé la puerta y di los pasos necesarios para poder hacerlo. Hoy, al cierre de este Año Santo lo volví a hacer, porque uno siempre tiene cargas que lleva encima y que cuesta mucho sacarlas y por eso uno aprende que debe enmendar sus errores y mitigar el dolor que ha causado a otros”, expresó Luis Díaz, quien asiste junto a su señora a la iglesia de San Francisco.
Este domingo, la familia franciscana junto a la comunidad, celebraron el cierre del Año Santo, con una Eucaristía que fue presidida por el Administrador Apostólico de Santiago, Celestino Aós quien en su homilía señaló: «Quisiera que como cosecha de este año jubilar, al cierre de esta puerta de la indulgencia y la misericordia, renováramos nuestro empeño de poner a Jesucristo en el centro de nuestras vidas, de lugar contra el pecado y el mal con nuestra inteligencia y fuerzas naturales, pero sobretodo con la oración».
Al terminar la misa, los presentes caminaron en procesión hasta la Puerta Santa, ubicada a la entrada de la pequeña capilla de la Virgen Nuestra Señora de Fátima, desde donde el hermano Santiago Andrade, guardián del convento, procedió a retirar la custodia del Sagrario. Al continuar, monseñor Aós cerró la puerta dando por finalizado el Año Jubilar.
“Este es un templo que cobija a muchos hermanos y hermanas en la fe que viene a reconciliarse con el Señor y con sus hermanos. Vamos a seguir en esta dinámica, tal como lo han hechos durante más de 400 años nuestros hermanos franciscanos. Este año fueron muchas las personas que vinieron a este templo, se confesaron y vinieron sedientos de sentirse en amistad con el Señor. Eso nos alegra, porque somos familia y a ustedes lo sentimos parte de esta familia franciscana, y en la humildad y sencillez”, expresó el hermano Santiago al final de la celebración.
En tanto, con una mirada hacia el futuro, el ministro provincial de la Orden Franciscana, Isauro Covili, señaló que el cierre de la Puerta Santa es algo simbólico, pues ésta “seguirá abierta, y seguiremos teniendo puestas las notas de misericordia y compasión, propias de la vida evangélica. Tenemos todo por delante para seguir dando testimonio del corazón de Dios, y sobre todo acá, en el corazón de la ciudad de Santiago. Por lo tanto estas notas de la minoridad, de la alegría, del anuncio misionero, el valor de la vida y el ayudarnos a reparar mutuamente, son las notas que nos desafían hacia adelante”.