San Antonio de Padua continúa vivo en el corazón de los fieles

A 788 años de su partida, la Iglesia recordó su legado franciscano.

 “A San Antonio lo he tenido siempre presente en mi vida”, contaba don René Cortez, quien el pasado 13 de junio, visitaba la Iglesia San Francisco para celebrar la Misa de su santo predilecto. Y es que cuenta que cuando sólo era un niño, “corría con un mate y una bombilla, me caí y me la enterré en el paladar. Sangraba mucho y mi madre le pedía a San Antonio. Desde esa época comenzamos a rezar las novenas y cada año vengo a esta celebración”.

Al igual que él, decenas de devotos llegaron hasta el templo de Alameda para conmemorar la Pascua San Antonio y recordar su legado. La Eucaristía fue presidida por monseñor Manuel Camilo Vial, obispo emérito de Temuco, junto a los hermanos del Convento de San Francisco.

En la ocasión, recordaron el legado del llamado “santo de los enamorados y los objetos perdidos”, cuyo testimonio de fe sigue vigente entre los feligreses. El hermano Nicolás Alfaro, recordó en su homilía la relación entre Francisco de Asís y Antonio de Padua y señaló: “Francisco lo acogió en la fraternidad, (…) y en medio de los hermanos donde Antonio va a descubrir su vocación y profundizar en su vocación de predicador y anunciador de la buena noticia.  Será San Francisco mismo quien le permitirá enseñar teología a los hermanos, pero sin dejar de lado la oración”.

Al continuar, el hermano agregó: “Predicó por muchos rincones de Italia atrayendo a muchos corazones al Señor. Es cosa de mirarlos, no son pocos sus devotos, quienes ven en él un fiel amigo y un intercesor poderoso antes diversas necesidades”.

Presente en la celebración, Natalia Saldías es una de las devotas de San Antonio. Cuenta que su adoración comenzó hace algunos años, cuando tras una aflicción laboral, pidió al santo su intercesión. “Yo le encargué mi trabajo y el me ayudó. Por eso, le prometí ayudar en el comedor de San Antonio para los hermanos que no tienen, para los que les cuesta conseguir el pan cada día, porque a mí también me costó alguna vez. Él me cuida, está conmigo y por eso yo estoy con él”, relató.

Al término de la Misa, los feligreses tomaron la imagen del santo de Padua y en procesión recorrieron el claustro. Familias completas caminaron por el interior del convento animados con cantos de alabanza, rindiendo homenaje al fiel servidor de Cristo que nunca los desampara.

Al finalizar la procesión, los asistentes recibieron el pan de San Antonio, o el llamado Pan de los Pobres, que se relaciona con la caridad que tenía el santo con los más necesitados.

El Pan de San Antonio

“Ha través de la historia y de la vida de la Iglesia, sabemos que han nacido múltiples obras de caridad que tienen como patrono a nuestro hermano. Conocemos el pan de los pobres, los comedores solidarios”, decía el hermano Nicolás en su prédica. Y es precisamente el Comedor Solidario San Antonio de Padua el que llevan adelante los hermanos de la provincia franciscana en el convento de la Alameda.

Cada día, un grupo de voluntarios atiende a cerca de 50 personas en situación de calle del sector, a quienes diariamente les dan un té, leche y pan. Iniciativa que se lleva adelante gracias la ayuda fraterna que realiza la comunidad cristiana y a algunos bienhechores que ayudan a sostener la obra.

Los días martes, los fieles que ingresan al templo de San Francisco llevan consigo panes para donar a los más necesitados. Así, de forma casi providencial, el canasto siempre se llena. Nunca ha faltado el pan.