
A 73 años de que la reconocida poetiza chilena recibiera el Premio Nobel de Literatura, los hermanos Franciscanos, encargados de custodiar su medalla de oro y pergamino, le rindieron homenaje por su trayectoria de vida y literaria, en la que destaca su gran cercanía con la figura de San Francisco de Asís.
Gabriela, “mujer, pedagoga, maestra de juventudes, reformadora de su época y franciscana”, decía el hermano Miguel Ángel Correa, representante legal del Museo de Arte Colonial San Francisco, al presentar a la poetisa. Haciendo pausa en esta última característica, el hermano agregaba: “Era una mujer que buscaba la trascendencia de la vida, de su vida, tenía la certeza profunda que la muerte no tenía la última palabra. Se dejó impregnar por la espiritualidad del pobre de Asís de la cual bebió y la inspiró para crear los “Motivos Franciscanos” que, desde su prosa, recoge los elementos fundamentales de la espiritualidad Franciscana, que tiene como horizonte reconocer a Dios como el sumo bien y el bien total”.
Palabras que explican la cercanía de Mistral con la Orden Franciscana, quien antes de morir, pidió ser enterrada con el hábito Franciscano, por identificarse como una religiosa de la orden, al compartir su espiritualidad.
“Francisco tenía una sensibilidad especial por el Señor, por las sagradas escrituras, por la naturaleza, la creación, el hombre mismo y yo creo que en esa sensibilidad Gabriela y Francisco se encuentran. Uno valora que una mujer que nació pobre, que no tenía ninguna posibilidad, llegó a ser lo que es. Es una mujer que rompe las estructuras, que desafía a su propio tiempo y que es modelo hoy de compromiso, perseverancia y lucha, desde sus escritos pero también desde su propia persona”, comentó el hermano Isauro Covilli, provincial de la Orden Franciscana, expresó.
Por su parte, uno de los invitados, el Director de la Biblioteca Nacional, Pedro Pablo Zeguers, destacó la relación simbiótica entre Mistral y la orden. “Ella tuvo una formación religiosa ortodoxa, muy particular y sintió siempre una vocación hacia esta orden porque la identificaba. La vida de San Francisco para ella era una vida ejemplar y la identificaba. No obstante, ella no se sentía de vida ejemplar, pero también vivió de alguna manera una causa noble, por los más desposeídos, por la justicia social, vivía el día a día, su magisterio era una vida Franciscana”, explicó.
Tal cercanía entre la poetisa y los hermanos Franciscanos, inspiraron la creación de la Sala Gabriela Mistral del museo, inaugurada el 16 de noviembre 1983. En sus paredes, se albergan objetos personales de la artista, como poemas inéditos, su biblia personal, además de la medalla de oro y el pergamino del Premio Nobel que recibió el 10 de diciembre de 1945 de manos del Rey de Suecia, y que la llevó a convertirse en el primer autor latinoamericano y la primera mujer en recibir tal distinción.
Dado que la sala necesitaba algunas mejoras, la administración del museo postuló a un proyecto de la Municipalidad de Santiago que permitió financiar los arreglos. Gracias a ello, se remodelaron las vitrinas, se restauraron los muros y se pintó el espacio.
Del acto conmemorativo y reinauguración de esta sala, participaron el Subsecretario de Patrimonio Cultural, Emilio de la Cerda y amigos de la orden, quienes al final del acto observaron con los objetos del Premio Nobel de la maestra y visitaron el reacondicionado salón del museo.