Mensaje del Ministro general por el día mundial de la lucha contra el SIDA

Queridos hermanos de la Orden, miembros de la Familia Franciscana y amigos todos,

¡Que el Señor les dé Su paz!

Este año celebramos el 30° aniversario del día en que las personas de buena voluntad de todo el mundo están llamadas a reflexionar sobre la pandemia del VIH / SIDA, sobre su impacto en toda la comunidad humana y sobre la necesidad de vigilancia, propensión y solidaridad. Más de 36 millones de hermanos y hermanas son VIH positivos, de los cuales casi 2 millones son niños. En 2017 se registraron aproximadamente 2 millones de nuevas infecciones. Desde que se descubrió el virus del VIH, más de 77 millones se han infectado, mientras que más de 35 millones han muerto a causa de enfermedades relacionadas con el SIDA. De ese estos, poco más o menos 22 millones tienen acceso a la terapia antirretroviral, que significa un fuerte aumento en comparación con a los años anteriores. Una mayor conciencia del virus y un mayor financiamiento para la prevención y el tratamiento del virus, han ayudado a promover las pruebas de detección temprana, que desempeña un papel importante en la reducción de nuevas infecciones. Aproximadamente el 75% de las personas que viven con el VIH conocían su estado de salud, lo cual significa que un 25% no conocen su condición y, por lo tanto, representan una amenaza latente para ellos y para otros que no están infectados, por la posible transmisión del virus.

Pido a todos los hermanos de la Orden, a todos nuestros amigos y a todas las personas, a que profundicen su conocimiento sobre la pandemia delVIH (virus de inmunodeficiencia humana) y el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Doy gracias a Dios por el enorme trabajo que los miembros de la Orden han realizado en colaboración con otras agencias e individuos, para brindar atención espiritual, social y médica a quienes viven con el virus (VIH-positivas) y a sus familias. Esta pandemia nos afecta a todos, porque incluso algunos de nuestros miembros también son VIH positivos o han contraído el SIDA. Por ello, toca a nuestra Iglesia y, de hecho, a todas las organizaciones religiosas. Por esta razón, es urgente que busquemos nuevas formas de colaborar con personas de buena voluntad y de trabajar con cristianos de otras confesiones, así como con benefactores interreligiosos para cuidar a todas las personas que son VIH o han contraído el SIDA.  También debemos,  dentro de nuestra Orden y de la Iglesia, continuar trabajando para erradicar de este flagelo que muchas veces se asocia con el VIH / SIDA, así como continuar promoviendo un cambio de comportamiento éticamente responsable, un mayor acceso a los medicamentos que ayudan a salvar vidas y que reduzcan las infecciones, y debemos cuidar a las familias más afectadas por la pandemia. También debemos reconocer que la Iglesia Católica continúa brindando atención al 25% de las personas que viven con el VIH en todo el mundo. Debemos continuar invirtiendo en esta responsabilidad, alentando a todos los hermanos de la Orden a profundizar su compromiso en este tema y hacer lo que san Francisco de Asís espera de nosotros, que consiste en lo que él mismo hizo: acoger y abrazar a todos, amar y ayudarles sin juzgarlos, dando la vida y sirviendo para que todas las personas que viven con VIH / SIDA o que están afectadas por ella puedan experimentar el abrazo de otras personas que les ofrecen aceptación, amor y solidaridad.

Durante el mes de diciembre, los invito a todos, mis queridos hermanos, a que se unan conmigo, a la Iglesia y a otros creyentes para ofrecer oraciones por nuestros hermanos y hermanas que viven con VIH / SIDA, por sus familias, por quienes participan en la búsqueda de encontrar una cura y una vacuna, y por quienes están ayudando a individualizar recursos financieros vitales para combatir esta pandemia.

Oremos:

Dios bueno y misericordioso,
Tú que eres el autor de la vida,
Tú que deseas que quienes han sido creados a tu imagen y semejanza 
experimenten la plenitud de la vida y sean liberados de toda enfermedad.

Te pedimos que tu gracia sanadora descienda sobre todos nuestros hermanos y hermanas que son VIH positivo o que hayan contraído el SIDA. Que ellos se sientan tocados por tu amor y tu presencia sanadora.

Te pedimos que seas Tú quien guíe el trabajo de todos los comprometidos en la búsqueda de una cura, y para aquellos que trabajan para desarrollar una vacuna contra este virus que amenaza la vida.

Bendice también a todos los trabajadores de la salud, y a todos aquellos involucrados en brindar atención amorosa a nuestros hermanos y hermanas que viven con VIH positivo o que están experimentando los efectos negativos del virus y del uso prolongado de medicamentos antirretrovirales que salvan vidas.

Oh Dios, fortalece también nuestro compromiso de darles amor y ternura a todos, especialmente a nuestros hermanos y hermanas que viven con VIH / SIDA. AMÉN.

Roma, 1 de diciembre de 2018

Fraternalmente,

Fr. Michael A. Perry, OFM
Ministro general y siervo