Franciscanos conmemoran sus 450 años de presencia en Castro

Corría noviembre de 1568 cuando los primeros frailes se asentaron en la Ciudad de Castro. Los hermanos Pedro de Constantina, Juan Belga, Francisco Gálvez y Francisco Salcedo, provenientes de España, fundaron el convento Franciscano dela ciudad, dando por patrona de la iglesia y convento, a Nuestra Señora de Los Ángeles.

Durante los siglos XVI Y XVII los frailes se dedicaron a la atención espiritual de la población hispano-criolla, la enseñanza de las primeras letras y la evangelización de los indígenas que vivían en el archipiélago.

Así pasaron 450 años de presencia, con una “data prolongada y permanente hasta el presente”, como explicó el historiador Dante Montiel.

Actualmente, la presencia Franciscana en la zona está constituida por dos sacerdotes Franciscanos y un diácono. Entre los tres, se encargan de la labor pastoral y social de la parroquia Apóstol Santiago, que a su vez cuenta con cinco comunidades; la parroquia Nuestra Señora del Rosario, que comprende las islas de Quehui y Chelín; además de un hogar de adultos mayores, el Hospital de Castro y la Unidad Penitenciaria.

“Los valores más propios del espíritu Franciscano se han ido construyendo conforme a la sociedad de Castro. Acá la gente vive con mucha fuerza el espíritu de la solidaridad, si alguna persona está enferma, generalmente surgen beneficios, platos únicos, rifas, etc. Siempre se hace algo para ayudar a la persona. Se ve la solidaridad, cuando a alguien se le quema la casa, pues siempre surgen muchas iniciativas para ayudar a quien necesita”, señala el hermano Julio Campos, párroco de Apóstol Santiago.

El fraile, quien lleva 4 años viviendo en la ciudad, cuenta que la presencia social de la fraternidad se ve en el comedor parroquial que cada domingo atiende a personas en situación de calle, en el hogar para adultos mayores vulnerables y en el  acompañamiento constante que dan con los enfermos, privados de libertad y sus familias.

Pese a que con los años la presencia ha disminuido en volumen, el hermano la define como pequeña pero con gran diversidad de campo pastoral. “Aquí la participación y protagonismo del laico es muy importante” señala, sobre todo con “la imagen del fiscal y el patrón, personas de la comunidad que de alguna manera organizan la Iglesia en la isla” agrega.

Con el sentido de fraternidad que los caracteriza, la comunidad se preparó durante un largo tiempo para celebrar los 450 años de la presencia en la zona. Comenzaron reconstruyendo el techo del tradicional templo de San Francisco, gracias a un proyecto que financió los 110 millones de pesos que costaron los arreglos, y fumigaron toda la estructura para terminar con una plaga de termitas que afecta el material de su construcción.

Asimismo, gracias a un fondo de desarrollo regional, montaron la exposición fotográfica “Templo San Francisco, un viaje por la historia”, muestra que a través de imágenes relata todo el camino recorrido por la orden durante las más de cuatro siglos en Chiloé.

A ello se sumó la grabación del documental “Franciscanos en Chiloé, 450 años de Paz y Bien” y el proyecto musical “Canta Chiloé”, liderado por el sacerdote y músico Cristóbal Fones, donde 120 personas de la zona, interpretaron una canción Franciscana y otra chilota al interior de la iglesia.

Por otro lado, con el objetivo de fortalecer la presencia Franciscana en la zona, orar por los 450 años y por la revitalización de la Iglesia chilena, las Hermanas Clarisas, provenientes de Los Ángeles y Santiago, también se han hecho presentes de este proceso de preparación, a través de su vocación contemplativa.

Prepararla conciencia colectiva de la gente de Chiloé ha sido el propósito ve esta serie de iniciativas, nacidas para manifestar la vida Franciscana del archipiélago con mayor precisión. “La identidad saca fuerza por medio de una memoria agradecida”, puntualizó el hermano Julio.