Fieles celebraron al popular san Antonio de Padua en San Francisco de la Alameda

En la iglesia de San Francisco de la Alameda y presididos por el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, los fieles y devotos celebraron este miércoles 13 el día de san Antonio de Padua, famoso por los milagros realizados y por ser un eximio predicador franciscano.

El párroco de la Iglesia San Francisco, padre Luis Alberto Nahuelanca, destacó que san Antonio es «un santo arraigado en la religiosidad popular», y señaló que provoca «una devoción que se encarna en la solidaridad con la gente en situación de calle». Devoción que se concreta en la celebración de los martes de San Antonio, en el comedor abierto para desayuno a gente de calle de lunes viernes y en las cajas de alimento para familias necesitadas, incluyendo a migrantes. Añadió que el santo es el patrono de los desamparados, de los que buscan el pan de cada día y de los que buscan trabajo.

La imagen de san Antonio, que fue traída por los primeros colonizadores y que está en proceso de reparación, fue instalada a un costado del altar para la celebración de la misa.

La homilía del cardenal Ezzati resaltó de san Antonio «su servicio al Evangelio y la práctica de las enseñanzas de Jesús, especialmente del amor fraterno y de la cercanía hacia los más pobres». A propósito de los textos bíblicos de la misa de este miércoles 13, el pastor afirmó que lo que «enalteció el corazón de Antonio, lo que le iluminó su existencia y sus opciones fue la Sabiduría, que es Dios». Además, siguiendo a san Pablo, señaló que Dios entrega dones diferentes a personas diferentes, y que esos dones «convergen en un gran don, en el único don, el don de ser Iglesia, es decir, sacramento de la presencia salvadora de Cristo en el mundo», como lo fue san Antonio de Padua en su afán misionero. También el Arzobispo de Santiago resaltó la tarea que Cristo resucitado confía a todos los bautizados de «ir hasta los confines del mundo para predicar el Evangelio con el coraje, con la fuerza de saber que la Palabra de Dios es siempre fecunda».

Luego, el cardenal Ezzati recordó los numerosos signos milagrosos que acompañaron el trabajo evangelizador de san Antonio, y afirmó que en nuestro tiempo también hay esos signos que acompañan el anuncio de la palabra de Dios. Uno de esos signos o actitudes, dijo, es «acercarnos con humildad a esa sabiduría que ilumina nuestra propia existencia, que es la sabiduría de Dios. Cuántas veces en nuestra vida de cristianos necesitamos volver a los criterios de Dios, en todos los momentos, también en este momento particular de la vida de la Iglesia». Agregó que Antonio de Padua también nos invita descubrir nuestra vocación de ser discípulos misioneros. La tercera actitud que acompaña el anuncio del Evangelio es la de tener confianza en la sabiduría de Dios y no en nuestras propias fuerzas, dijo.

Durante la misa se presentó y se bendijo el pan de las familias, para significar el trabajo solidario. Hacia el final de la eucaristía hubo un momento para que los presentes pudieran venerar las reliquias de san Antonio de Padua que están en esta iglesia.

Posteriormente, los asistentes participaron en una procesión con la imagen del santo por los claustros del convento, tras lo cual volvieron al templo para recibir la bendición final.