Hermanas penitentes recolectinas celebran 185 años de vida

Con una Eucaristía se celebró el pasado viernes el aniversario y el nuevo camino de las hermanas. Fue presidida por el cardenal Ricardo Ezzati y concelebrada por el obispo emérito Juan Luis Ysern y Fr. Alejandro Ubeda,ofm

En calle las Catalpas, en Las Rejas, la comunidad y cinco hermanas, las únicas representantes de este carisma en Chile, esperaban al Arzobispo para comenzar la celebración.

Rezaron con el Salmo: «El Señor es mi luz y mi salvación», alabanza que luego retomó el pastor en su homilía: «Es Jesús, la esperanza que abre nuevos caminos, quien hace presente en la vida de una comunidad y de la Iglesia el Espíritu que hace nuevas todas las cosas».

El Arzobispo también les planteó los obstáculos actuales y las invitó a perseverar en medio de ellos: «Nos podemos preguntar en este día, cómo asegurar la fecundidad, el futuro de esa semilla que el Señor ha plantado hace 185 años atrás y que pareciera en algunas partes del mundo querer morir. Cómo asegurar la vida y el futuro que pone en sus manos el Señor. Permítanme indicarles tres caminos que me parecen fundamentales para asegurar un futuro fecundo».

La primera invitación que les hizo, fue recordar las palabras de Jesús, quien dijo: «Sin mí no pueden hacer nada»«Él las ha llamado para que estén con Él y para ser enviadas por Él para evangelizar, especialmente, al mundo juvenil, en la obra educativa que llevan adelante. Pero de nada valdría la calidad de una obra educativa si quienes la animan no fueran discípulas del Señor».

En segunda instancia las invitó a ser y vivir la comunidad: «La pequeña comunidad encuentra su fuerza en compartir la vida en forma evangélica. La vida fraterna en comunidad es una característica esencial de la vida consagrada religiosa y, por consiguiente, el futuro de la delegación chilena de la comunidad tendrá un porvenir fecundo si ese carisma lo viven compartido en comunidad. Siéntanse y vivan de verdad hermanas, como hermanas que no se han escogido, sino como hermanas que han sido escogidas por el Señor para ser signo de Él».

En la tercera y última invitación, les dijo: «Para mirar con confianza al futuro, quisiera invitarlas a vivir con un profundo sentido eclesial el sentir por la Iglesia, en el clima espiritual de pertenecer a la Iglesia de Cristo con una vinculación con esta Arquidiócesis de Santiago y con su pastor».

Finalmente las animó a ser portadoras del Evangelio y a ser fuente de nuevas vocaciones para la comunidad.

El desafío en Chie

Antes de finalizada la Eucaristía, la Hermana Magda dio a conocer una importante noticia para la comunidad: «Esta fecha para nosotras tiene una connotación muy especial ya que junto con alegrarnos por este aniversario, estamos iniciando un nuevo período en el seguimiento del Señor. Desde nuestra autonomía, sin dejar el carisma y la espiritualidad fundacional, caminaremos independientemente de la casa madre de Holanda, de donde hemos venido y nos hemos alimentado».

Agregó: «Cómo dijo nuestra fundadora, la madre María José, yo he puesto los fundamentos, ahora que cada una se fije cómo construye encima. Yo agregaría que juntas, en unión, formaremos un solo corazón para ir buscando la voluntad de Dios y que nuestras individualidades las pongamos al servicio del Señor.»

La Hermana Carmen explica también el proceso que viven: «Nosotras nos independizamos, somos como los hijos cuando se van de la casa, pero que no se desligan del hogar en un 100%. Antes lo consultábamos todo a Holanda, pero ahora somos autónomas, quedamos bajo la custodia de la Arquidiócesis de Santiago».

Respecto a las vocaciones señaló: «Estamos en tiempos difíciles pero para Dios nada es imposible y con Él podemos llegar muy lejos».

Su historia

A fines del siglo XVIII, todas las religiosas en Bélgica y Francia fueron expulsadas de sus conventos, producto de la Revolución Francesa. Se les obligó regresar a casa de sus familias. Sin embargo y a pesar de las medidas impuestas, algunas de ellas emprendieron viaje en 1797 a una ciudad de Holanda llamada Bokhoven.

Allí este grupo de Religiosas se pudo organizar y fueron capaces de retomar su vida como comunidad religiosa. Fue el 25 de enero de 1800 que estas hermanas eligieron a María Raaymakers, madre María José de Jesús, sobrina del Padre Linus, como su primera novicia.

Viajaron por distintas ciudades, donde se incorporaron más hermanas. Más tarde empezaron con un pensionado de señoritas.

En noviembre de 1800 comenzó el viaje hacia Dongen para fundar el pensionado. Aquí fueron recibidas por el párroco del lugar y comenzaron su misión educativa con niñas y jóvenes.

En 1802, el 17 de diciembre, hicieron sus primeros votos cuatro hermanas, entre ellas siendo una de ellas madre María José de Jesús. Más tarde fue elegida superiora y fundadora de la comunidad de Etten, en el año 1821.

En Roosendal comienza la fundación. El 1 de septiembre de 1832 la Madre María José establece la nueva Congregación «Una casa madre y comunidades dependientes de ella».

En el año 1961 llegan a Chile.

Fuente: Iglesiadesantiago.cl