La Basílica Patriarcal de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula encierra, entre las blancas paredes del templo del siglo XVI, la venerable iglesita de la Porciúncula, lugar de la vida evangélica y fraterna de Francisco y de la primera generación franciscana, y lugar santo en el que Francisco, la tarde del 3 de octubre de 1226, «cumplidos en él todos los misterios de Cristo, acogió a la hermana muerte cantando». El templo dedicado a la Reina de los Ángeles, la «Dama pobre» de la Porciúncula, que guió maternalmente a Francisco y a los hermanos de la naciente comunidad, es custodiado con celosa ternura por los Hermanos Menores Franciscanos. En la Porciúncula estamos verdaderamente en la fuente del franciscanismo, en la limpia fuente del Perdón de Asís y de la misericordia de Dios.
Con este espíritu, la comunidad parroquial de San José Obrero se ha reunido para celebrar a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles. Junto con ello, se agradecio a Dios por la comunidad que esta consagrada bajo la protección de nuestra madre.