
El punto de partida fue la Iglesia San Francisco, para avanzar por calle Estado hacia la Catedral Metropolitana, en donde los asistentes ingresaron a través de la Puerta Santa, que representa el acceso a la misericordia del Padre.
Este encuentro de oración, reflexión y fraternidad fue una instancia para que consagrados y consagradas renovaran su fidelidad a Jesucristo y confirmaran su fe en el Señor de la vida, de la justicia, paz, amor y de la esperanza.
En la oportunidad, el vicario para la Vida Consagrada, Jorge Concha, valoró el carácter peregrino que debe tener la Iglesia Católica señalando, “parte de nuestra fe supone ser peregrinos. La Iglesia se ve a si misma como un pueblo que camina al encuentro definitivo con Dios. La vida consagrada trata de ser signo de ese pueblo creyente que busca encontrarse plenamente con el Padre y el caminar es testimonio de nuestra fe”.
En tanto la hermana Josefa María de Schoenstatt, quien sintió el llamado de Cristo a los 20 años agregó: “esto anima nuestra fe y nuestra esperanza. Ojalá que esta oración sirva a todo el pueblo católico y creyente y que sea un signo de la vitalidad de nuestra Iglesia”.
Por su parte, Felipe Márquez, fraile franciscano señaló: “el papa francisco ha llamado a que en este año jubilar la peregrinación sea fundamental para dar testimonio de nuestro ser caminante», agregando que «muchas veces nos hacemos insensibles porque nos acomodamos o nos quedamos quietos”.
En la peregrinación, se realizó además, una oración por las víctimas de la violencia, injusticias e indiferencia de nuestro país y del mundo.
Fuente: Iglesia de Santiago