El religioso regreso del órgano a tubos de San Francisco de la Alameda

Un sonido agudo, pero fuerte, con una suerte de tensión, melancolía y dulzura a la vez, que en tonos graves puede confundirse con la bocina de un buque, pero que al continuar y transformarse en una pieza musical, transporta al misterio, al romance y a la tragedia gótica del fantasma de la ópera. Así se presenta el órgano de tubos que a comienzo de 1900, y muy lejos de la ciudad de París -donde se desarrolla la obra teatral antes mencionada-, inició su historia, cuando se construyó para la iglesia de San Francisco, ubicada en plena Alameda, en el centro de Santiago.

El instrumento es uno de los seis más grande del país, ya que cuenta con dos teclados, pedaleras, cerca de 2.100 tubos incorporados en una estructura de seis metros de ancho, siete metros de profundidad en la pared en la que está instalado, y una altura de ocho metros, desde el suelo hasta la punta del tubo más largo. Es  uno de los pocos en funcionamiento, de los 52 que hay en la capital (ver recuadro), y este 18 de mayo será reinaugurado en un concierto gratuito a realizarse al interior de la iglesia San Francisco, a partir de las 20:30, después de siete meses de restauración.

Manuel Alvarado, superior del convento San Francisco relató que el órgano estuvo sin uso “por lo menos los últimos 15 años y siempre estuvo la inquietud por recuperarlo. Hoy estamos culminando una primera etapa para ponerlo a funcionar, porque tiene un valor cultural y patrimonial muy significativo”.

Conciertos de Allende

Como data de la primera década del Siglo XX, añade Alvarado, “de los que están operando debe ser uno de los más antiguos. En un comienzo tenía un uso litúrgico, pero en los años 70, en el gobierno de (Salvador) Allende, se invirtió mucho dinero en los órganos del centro de Santiago y se le dio un impulso a la música docta. Se hacían conciertos abiertos y se tocaron casi todas las piezas de Bach”.

Marnix Doorn es un organista que está a cargo de la restauración de este instrumento. Relata que en la investigación realizada sobre la historia del artefacto musical, se asocia su construcción a un fabricante “italiano que vivía en Santiago, que era de apellido Carlini, pero es en los setenta, cuando John Moir, que también se dedicaba a esto, llegó a hacer su tesis y trabajó en varios órganos en Chile, entre ellos el de San Francisco. Él aplicó conceptos norteamericanos (en el mecanismo de sonido) para transformar el instrumento, a fin de que se pudiera tocar todo tipo de música. Moir también trabajó después del golpe militar, pero no sé si por falta de financiamiento u otra razón se tuvo que ir y dejó el trabajo inconcluso. Había 120 tubos nuevos que no se instalaron”.

Y si bien, asegura Doorn, hubo años en que el órgano de San Francisco estuvo activo, no se registró la misma periodicidad para realizar conciertos abiertos al final de los 70. Así, relata el experto, en los años 80 el organista Luis González y sus hermanos se hicieron  cargo del instrumento y terminaron el trabajo de John Moir. Pero González viajó a Estados Unidos a estudiar sin que nadie pudiera tocar el artefacto musical. Luego, reresó en los ‘90 a Santiago, y se decidió a hacer música otra vez en la misma iglesia. Eso hasta el final de esa década, cuando el órgano de San Francisco quedó en silencio.

Restauración 

Volver a usar los teclados y escuchar el sonido del aire cuando viaja por los tubos es la tarea que se propuso la congregación franciscana. Un programa de restauración, que se inició en septiembre  pasado, tendrá devuelta dicho instrumento. “La primera etapa, que es ponerlo a sonar en estándares mínimos, costó $ 4 millones 200 mil, y fue financiada con aportes de privados a través de la Ley de Donaciones Culturales. Una vez culminada la inauguración, esperamos organizar la campaña para financiar la segunda etapa de restauración”, indicó Alvarado.

Marnix Doorn añadió que “el instrumento tiene muchas membranas que son de cuero, que se deterioran si el órgano no se usa. La idea es, en el futuro, poder restaurar esas membranas y mejorar el sonido, además de establecer la forma de mantenimiento”. A esto se suman protecciones para evitar que la tierra o el polvo lo dañen,  o posibles derrumbes en caso de temblores.

Alvarado aseguró que una vez reinaugurado, “pretendemos hacer conciertos gratuitos y abiertos, como se hacía en los 70. Queremos establecer fechas durante el año, para que el órgano vuelva a estar al servicio de la comunidad”.

Fuente: latercera.com